Diario de León

El graffiti, un estilo de vida a base de sprays

Durante todo el fin de semana 25 graffiteros se dieron cita en San Andrés del Rabanedo para pintar una de las paredes del campo de fútbol

Uno de los graffiteros acabando su dibujo del muro del campo de fútbol de San Andrés

Uno de los graffiteros acabando su dibujo del muro del campo de fútbol de San Andrés

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Andrea Cubillas - león
León

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Para unos son gamberros urbanos, para otros unos delincuentes que no respetan nada. Pero ellos se consideran ante todo artistas. Cualquier espacion en blanco es una víctima de sus pintadas. Por lo general, lo hacen fuera de la ley y en la oscuridad de la noche para que nadie les pueda ver. Sin embargo, cada vez son más los que piden a los graffiteros que decoren alguna de sus paredes. Este es el caso del municipio de San Andrés de Rabando, cuyo campo de fútbol cuenta con un aspecto diferentes después de este fin de semana. La Concejalía de Juventud y Deportes organizó esta actividad, tras el éxito de la edición anterior entre los vecinos y la repercusión en el mundo de la cultura de la calle, con el objetivo principal de unir arte deporte y música. Durante dos días 25 graffiteros equipados con sus sprays y ante la atenta mirada de más de 10.000 personas que se han acercado hasta allí, han decorado con sus mejores creaciones, valiendose de su imaginación y talento uno de los muros del estadio. Así mismo, este año en el horario nocturno, un pichadiscos puso música en directo al ritmo de los aerosoles. A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creandose así una identidad propia en la calle. Lo que comenzó como unos simples garabatos pasaría a los vagones de la metropolitana de esa ciudad y sería allí donde se desarrolle lo que hoy en día conocemos como graffiti. En España la moda de los aerosoles empezó de una manera peculiar, al parecer espontáneamente, mientras que en el resto de Europa fue por influjo estadounidense. A principios de los años 1980, en plena movida madrileña, varios jóvenes se pusieron a escribir en las calles, los metros y las estaciones, con sus rotuladores primero y, después, con aerosol. Muelle fue el primero en aparecer en los años 80 al que luego le seguirían muchos como Bleck y Glub. Era un movimiento descontrolado, al que se denomino graffiti autóctono madrileño o los «flecheros», por la inclusión de flechas en sus firmas. En la actualidad se sigue realizando graffiti ilegal, perseguido y castigado por la ley, pero hay más graffiteros que intentan hacerse profesionales del grafiti de manera legal, o combinar esta actividad con otras relacionadas, como el diseño gráfico. Para estos artístas el graffiti es su estilo de vida.

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