La demanda de los biocombustibles no supera el 1% de la cosecha de cereales

El trigo y la cebada alcanzan este verano unos precios sin referencia, ya que superan los 18 céntimos de euro por kilo. Los cultivadores, sin embargo, advierten de que ese precio no repercute en las rentas del sector primario «ya que la producción que ahora se paga diez, 12 o 15 pesetas más que hace un año está en manos de los intermediarios y los almacenistas, que son los que se van a aprovechar realmente de este cambio experimentado por el mercado». La tendencia alcista tampoco se achaca desde el campo a la demanda de cereal para la producción de combustibles ecológicos. «Antes, una buena cosecha era sinónimo muchos veranos de bajos precios del cereal, por el exceso de oferta, pero en esta ocasión existe una gran demanda en el mercado porque hay un déficit importante de cereales», aclaró a Efe el secretario autonómico de la UPA, Julio López. El sindicalista atribuyó esta situación «no tanto a la demanda de cereal para bioetanol», o para la producción de combustibles menos contaminantes, sino a la escasez en el mercado internacional. La demanda para los conocidos como biocombustibles apenas representa «el 1 por ciento» de los 275 millones de toneladas de cereal que se cosechan en un año normal en la Unión Europea, recordó el responsable de la Unión de Pequeños Agricultores. Desde este sindicato se alude también a la mala cosecha en la Europa del Este, debido a la sequía, como una de las causas del crecimiento de la cotización cerealista. A estas circunstancias se une el aumento de la demanda en América, lo que ha mermado las importaciones que otros años hundían el mercado en países como España, con la llegada a los puertos de barcos cargados con toneladas de cereales americanos». Sobre el precio de intervención UPA recordó ayer que el kilo de cebada se paga a 18 céntimos en muchas zonas de Castilla y León, e incluso a más en algunos casos, cuando hace un año apenas valía los 12 céntimos. El precio de intervención, es decir, el oficial o de referencia establecido por la Unión Europea, no llega a los 11 céntimos el kilo. Aunque la diferencia entre los 11 y los 18 céntimos por kilo pueda parecer corta, multiplicada por los miles de kilos que vende el agricultor, supone una ganancia considerable, de miles de euros, para los profesionales del campo. Por su parte, el trigo alcanza los 22 céntimos de euro un precio que no se conocía desde hace varias décadas en muchas zonas productivas.