| Reportaje | Sin tabúes |
Pasos como palabras rosas
Más de medio centenar de mujeres afectadas por cáncer de mama de León, Aragón y Navarra terminaron ayer en la capital su paso por el Camino de Santiago
Un pétalo al lado de otro, hasta contar más de medio centenar, entraron por el sur de la ciudad con la brisa del Camino de Santiago, después de haber hecho noche en Arcahueja. Risueñas, cantarinas, alegres como si estuvieran de feria, las integrantes de las asociaciones de mujeres diagnosticadas con cáncer de mama de León, Aragón y Navarra tiznaron de rosa las calles con sus camisetas para dejar las tres bases de su mensaje: «la importancia de la prevención, a través del desarrollo de hábitos de vida saludables; la necesidad de la participación en las campañas de detección precoz, como método más eficaz; y el deber de la eliminación de los tabúes», como enumeró la presidenta de la delegación aragonesa, María José Aybar, que inició, junto con la delegación navarra, su peregrinación el pasado día uno de septiembre en Puente la Reina y la cerró ayer en la ciudad. Los últimos pasos de la caminata, apoyada por Laboratorios Lilly, los compartieron las mujeres con la presidenta de la Diputación Provincial, Isabel Carrasco, el alcalde de León, Francisco Fernández, y miembros de ambas corporaciones, que quisieron mostrar con este gesto su apoyo a la labor que desarrollan estos colectivos. En la meta de la marcha, situada en la plaza de Botines, la presidenta de la Asociación Leonesa de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama (Almon), Ester Fernández, recordó que «cada año cada año se diagnostican en España 15.000 casos» de esta enfermedad, que «no distingue de edad, ni de clase». «El peregrino sufre la lluvia y el viento. La mujer el dolor, el miedo, la soledad y las secuelas», comparó la portavoz del colectivo, quien entrelazó ambas experiencias con la afirmación de que «los dos descubren una resistencia física y emocional que no sabían que tenían». Buena muestra del relato quedó ejemplificado en el coro de mujeres reunidas en la céntrica plaza leonesa, ataviadas con zapatillas, prendas deportivas y gorras para salvarse del sol, que se entonaron por coplas mañas para desterrar tópicos y defender que «hay que luchar, que esto se vence y, si hay algún bajón, se debe una resguardar en las asociaciones, que en lo personal pueden dar un trato al que quizá no lleguen los oncólogos», como recomendó Concha Rodríguez, quien hace tres años fue operada y ahora disfruta de una vida normal al otro lado del cáncer. En esa orilla, las integrantes de la comitiva lanzaron un recuerdo para las que no pudieron sumarse al camino, para que en la aventura del próximo año estén presentes. «Porque cada día el sol se acaba, pero al siguiente amanece y se ven cosas nuevas», aconsejó Aybar al resto, arremolinadas alrededor del grupo folclórico de la asociación Esla de Pinilla. «Una vez que se supera, una se siente renacer, porque ha vencido al cáncer», aseguró Ester Fernández, quien dejó una recomendación que sonó a súplica: «Ninguna mujer debe estar sola».