Caprichosa burocracia
Se contarían con los dedos de una mano, y quizá sobrarían, los permisos firmados, rubricados y sellados que tienen en mano los organizadores de las fiestas universitarias de los últimos años. Y es que la burocracia es muy caprichosa, no porque no realicen la pertinente solicitud sino porque, en muchas ocasiones, se da por hecho que nadie se va a oponer a que se cumpla la tradición universitaria por la que pasan y han pasado todas las generaciones. Sin embargo, lo ocurrido con la primera fiesta del curso académico raya, a veces, lo inédito. Los estudiantes cursaron los pertinentes permisos al Ayuntamiento, dado que fue éste quien les propuso el aparcamiento de Industriales como lugar idóneo. Una petición fechada en el Registro el día 19 de este mes, y no antes, afirman «por que nos retrasaron con tantas reuniones de aquí y de allí». Aunque no habían recibido ninguna autorización escrita, sí el permiso verbal, los alumnos comienzan a preparar la fiesta que cuenta con el apoyo municipal que señaliza la zona y se compromete a vigilar con varias patrullas de Policía. Cuando ya tienen todo casi listo, 24 horas antes de la fiesta y después de haber gastado 4.000 euros en la organización, la ULE anuncia que el párking es de su propiedad y que allí no se puede instalar nada acorde a la legislación vigente. Los estudiantes no ven justo lo ocurrido y deciden seguir adelante con la fiesta a pesar de las posibles responsabilidades a las que tengan que hacer frente.