De palacio a sede institucional
Fue el obispo Quiñones y Guzmán -descendiente de la casa de los Guzmanes- quien encargó la construcción de un palacio al arquitecto más afamado del momento: Gil de Hontañón. Las obras comenzaron en el año 1516 en una ubicación entonces considerada la puerta de la ciudad. Un edificio renacencista, cuyo diseño su creador realizó prácticamente a imagen del Palacio de Monterrey que había construido en Salamanca. Los trabajos en el Palacio de los Guzmanes se prolongaron durante más de una década. Finalmente las obras se paralizaron en 1572 sin haber concluido en su totalidad. La construcción llegó a asombrar en su momento al mismísimo rey Felipe II, quien al contemplar tal número de herrerías en las ventanas exclamó: «Mucho yerro me parece para un obispo». El edificio es sede de la Diputación de León desde mayo del año 1882, cuando los Condes de Peñaranda de Bracamonte vendieron el palacio a la institución provincial por 105.000 pesetas. Fue pagado «en buenas monedas de oro y plata». Desde el 16 de mayo de 1963 cuenta con la declaración de monumento histórico nacional. Como sede central de la Diputación tuvo que ser ampliado a principios de la década de los setenta con la edificación de todo el ala norte y parte de la este, zonas que precisamente no pudieron ser concluidas en su construcción original. Su fachada clasicista está flanqueada por dos torres -con sus dos cuerpos de ventanas y balcones adintelados- y su portada se halla desplazada hacia la derecha. Cuenta con un hermoso balcón esquinado y una galería superior de arcos de medio punto rematada con grandes gárgolas. Forma trapezoidal, patio columnado y cuatro torres en sus ángulos. Los antepechos de la galería superior están decorados con escudos.