La misma distancia, con tarifas distintas

El AVE es el medio de transporte terrestre más veloz, pero no vuela, aunque en ocasiones este cotejo valga para ejemplificar las altas prestaciones de unos vehículos capaces de surcar el tendido férreo a 250 kilómetros por hora y dejarte en la estación sin más dilación que la de coger la maleta, sin colas ni contratiempos por su extravío, algo más que habitual en ciertos aeropuertos de dimensiones considerables. Para muchos, los nuevos trenes desplazarán la pujanza mercantil de algunas compañías aéreas, siempre que éstas no oferten vuelos a bajo coste, aunque los precios difícilmente podrán ser competitivos con las tarifas fijadas por Renfe, que aumentarán en una proporción directa con la rebaja de los tiempos de viaje, es decir, con la modificación de toda la vía al ancho internacional, necesaria para exprimir lo que realmente ofrecen estos convoys. El abanico de posibilidades para viajar desde la ciudad a Madrid ha sumado en los últimos años dos nuevas alternativas con costes bien distintos. El billete de avión oscila entre los cien y los doscientos euros (ida y vuelta), y el tiempo de llegada es de tan sólo una hora y diez minutos, pero el cliente tiene que contar con una posible demora y con la recogida del equipaje, siempre que éste no haya sido facturado. En autobús, el precio es de 20,18 euros en el servicio normal y de 34 en el Supra, pero la llegada a la capital de España se demora, en el mejor de los casos, hasta las tres horas y media, si no hay contratiempos durante el trayecto. La de siempre El coche es otra de las opciones, pero, quizá la más incomoda, porque a la conducción hay que sumar las posibles retenciones, la búsqueda del destino y un desembolso de 33 euros -25 de gasolina, si es diésel y 8 de peaje-.