Un matrimonio destrozado por culpa del infortunio

El estado de ánimo que presentaba la familia en la tarde de ayer era notablemente más bajo que el de la jornada previa. Desaparecida la tensión por los trámites burocráticos y una vez constatada la colaboración de la sociedad para poder sufragar los gastos del entierro del pequeño, Javier Cachiguango y Elena Castañeda empezaron a padecer en sus carnes las secuelas del dolor horrible provocado por el suceso. «Hemos llorado muchísimo, ella está fatal», señaló ayer telefónicamente el padre del pequeño. En la imagen, la pareja aguarda en su casa el momento de celebrar el funeral en Valencia.