Los trabajadores de Antibióticos irán a la huelga indefinida desde el 6 de febrero

El conflicto laboral entre los trabajadores de Antibióticos y la empresa, lejos de solucionarse, escribirá una nueva página a partir del miércoles seis de febrero, cuando los 340 empleados de la compañía, que fue buque insignia de la economía leonesa, abandonen su actividad y dé comienzo otra huelga indefinida que ni el Plan Industrial del 2005, ni la negociación que comenzará el 29 de enero, parece que puedan parar. Los empleados de la compañía productora de Penicilina y sus propietarios, los italianos de Sir Fidia, mantienen desde hace varios años una dura batalla por consolidar los puestos de trabajo, que se han ido reduciendo progresivamente con el paso del tiempo. El presidente del comité de empresa, José Ignacio Ronda, justifica el paro y denuncia, para ello, que la empresa no ha cumplido ni uno solo de los proyectos acordados en la hoja de ruta, marcada hace tres años; «no hay ninguna iniciativa en marcha», recuerda el portavoz sindical, quien asegura que la masa laboral «no puede ser pagana de esta situación, porque llevamos desde el 2006 sin actualizar los salarios», reprocha. Ronda considera que esta decisión «tiene que ser un punto de inflexión para saber si la empresa apuesta por Antibióticos», y exige una inversión económica importante para diversificar la actividad, «porque no puede depender sólo de la Penicilina», un medicamento que subió sus precios cuando cerraron varias empresas asiáticas, pero que ahora han vuelto a caer tras acomodarse éstas a la normativa. El Plan Industrial firmado por los trabajadores y la empresa para levantar Antibióticos de la situación en la que se encontraba no ha cuajado y las tensiones entre las partes implicadas siguen siendo objeto de numerosas movilizaciones convocadas por los sindicatos, quienes denuncian que desde que se aprobó el calendario para desarrollar las actuaciones previstas «sólo fabrican -además de la Penicilina- la Cefalosporina, y ésta ni siquiera estaba en el plan», aclara José Ignacio Ronda, no sin antes hacerse eco de la preocupación «máxima» de todos los empleados, «porque el mantenimiento y la seguridad de las instalaciones no es adecuada y la infraestructura está muy deteriorada».