Sin el mismo rasero
Herrera considera los estudios medioambientales realizados en Valladolid para erigirse como emisor del rechazo popular que causa en esta provincia la proyección de la línea de alta tensión de La Seca, pero obvia los informes llegados de León, a pesar de alertar estos de un impacto paisajístico sin precedentes para una montaña refugiada bajo la riqueza de su fauna y flora, hoy amenazada. No es extraña esta postura después de ver a dos presidentes, al de la Junta y al del Principado (Vicente Álvarez Areces) ir a Madrid un 26 de abril del 2005 para sentarse con el máximo responsable de REE, Luis Atienza, y con el ministro de Industria, entonces era José Montilla, y fijar, a espaldas de los municipios leoneses, el trazado de la cuestionada línea. El jefe del Ejecutivo autonómico recibió elogios por su implicación, aunque todos los halagos llegaron por parte de REE, de nadie más, por ser la comunidad «la que realiza el mayor esfuerzo de generosidad interterritorial». Ese esfuerzo pesa sobre todos los pueblos amenazados por el recorrido de una autopista eléctrica con torres de más de 90 metros de altura, pero las 25.000 alegaciones presentadas en los ayuntamientos, en algunos como en el de La Pola de Gordón las quejas superaron con creces al número de habitantes, claman un compromiso explícito de los poderes públicos.