Diario de León

OPINIÓN

Hoja de ruta para cambiar el mundo

Publicado por
MARINO SÁNCHEZ GÓMEZ
León

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HOY EL CALENDARIO nacional nos propone un día de reflexión que nos debe llevar a tomar una decisión libre y bien meditada sobre aquél proyecto político que juzgamos mejor y posible para un futuro inmediato. Y hoy, fiesta religiosa de San Juan de Dios, se nos invita también a interiorizar la persona y obra de este gran hombre «de Dios», icono perenne en medio de una sociedad con hambre de amor y ahíta de odio. La vida de Juan Ciudad, luego Juan de Dios, prolonga en el tiempo la figura del Buen Samaritano que cuenta Lucas en su evangelio. Es la historia del hombre que ante quien está caído «no pasa de largo ni mira para otro lado» sino que lo ve, se detiene, se compadece, lo cura y cuida de él en todo aquello que necesita. La parábola de Jesús termina con un reto que no puede dejar indiferente a quien tenga un mínimo de sentimiento humano: «anda y haz tu lo mismo». Juan de Dios acertó a leer en clave personal el citado pasaje evangélico encarnándolo en su vida. Descubrió, ya adulto, el dolor, la miseria y el abandono lacerante en los cuerpos maltrechos de tantos pobres dejados al albur de que algún corazón humano lo descubra y le ayude a la medida de su generosidad y compasión. Juan se sintió a caballo entre una sociedad de duros e injustos contrastes y aquél imperativo evangélico de «anda y haz tu lo mismo». Aunque la cosa venía de atrás, todo comenzó a manifestarse en un encuentro consigo mismo siendo vehículo de la gracia el gran predicador andaluz San Juan de Ávila , quien a partir de este momento será el mentor y apoyo de Juan de Dios para llevar adelante su obra de hospitalidad. Durante su reclusión en el hospital para traerle a sus cabales, Juan de Dios descubrió, por contra, el camino a seguir en el trato a los enfermos; ¡vaya! que como el buen samaritano debía transitar en adelante por las sendas de la compasión, la solidaridad y la integridad; con dedicación plena y sin límite alguno de condición social, raza o religión, sabiendo que la caridad derriba fronteras y tiende puentes de alianza y concordia entre los hombres. Nos situamos a mediados del siglo XVI en Granada. Juan de Dios fue el incansable limosnero recorriendo calles y ciudades para allegar los medios con los que levantar su hospital y ofrecer la mejor calidad de vida y asistencia a los pobres; «son tantos los pobres que acá vienen que no sé ni cómo se sustentan», «cuando no tengo con qué pagar pido fiado» , «hay veces que tengo apuro a salir de casa por las deudas que tengo», a pesar de todo «mándame los pobres que por ahí haya». Los trabajos en la recogida y traslado de los pobres al hospital caen sobre sus hombros. Juan no repara en el peligro que corre su vida al rescatar los enfermos del Hospital Real en llamas, y de ahí viene su patronazgo sobre los bomberos; como tampoco mide el peligro, cuando sus pobres necesitan calentarse, al tratar de sacar las ramas que arrastran las gélidas aguas del Genil a su paso por Granada, situación ésta que le acarreó la pulmonía que acabó con su vida. Quizá sea pura coincidencia haber establecido el ocho de marzo el «día mundial de la mujer», pero es que San Juan de Dios vivó con especial sensibilidad la igualdad de género y trabajó por dignificar a la mujer luchando por su liberación cuando era considerada mero objeto sexual, ofreciéndoles un trabajo digno. No siempre conseguía sus plausibles objetivos. No estará de más que hoy, en un mundo que decimos globalizado e impregnado por una cultura de muerte; cuando todos nos sentimos atraídos a seguir a un líder en los asuntos más variopintos de la vida, tuviéramos en consideración los signos proféticos que nos ofrece la historia y nos sintiéramos fuertemente comprometidos a «hacer lo mismo». Juan de Dios, reproduciendo en su vida y en su obra los gestos del Buen Samaritano, nos ofrece la hoja de ruta más segura para cambiar el mundo. Este mensaje de características universales, llega hoy más cercano y comprometido a cuantos trabajan y dedican su esfuerzo, tiempo y conocimientos a sanar las heridas y aliviar el dolor de quienes se sienten enfermos, desde una perspectiva y asistencia integral.

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