Diario de León

Fapas cumple 10 años de vigilancia del oso pardo en la Cordillera Cantábrica

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Se mueve como una sombra; furtivo, confundido su pelaje con la fronda de los bosques del triángulo astur-cántabro-leonés. Es el oso pardo. Otra especie emblemática al borde del abismo por la presión humana. Su conservación avanza lenta en la Cordillera Cantábrica, con una población de 130 ejemplares. Las perspectivas del oso pardo pirenaico, el patriarca de la especie ibérica, sólo pueden definirse como dramáticas; 17 animales, incluidos los osos eslovenos reintroducidos y liquidados varios con alevosía en territorio francés. El oso (Ursus arctos) es un rey de la fauna ibérica y arrastra consigo una corte de problemas, como todos los grandes carnívoros competidores del hombre. El primer tropiezo es encontrarlos. Si la nieve no lo impide, Alfonso Hartasánchez recorre kilómetros de rutas oseras cada día, casi 1.000 kilómetros al cabo del año, y en todo ese tiempo se topa de media «con uno al año, dos con suerte». Sin embargo, Hartasánchez, técnico del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS) conoce como pocos los movimientos de la colonia osera asturiana -el 80% de los osos cantábricos- repartida entre Somiedo y la zona oriental del Principado. En sus paseos recoge muestras biológicas, pelos, excrementos, cataloga huellas, frutales desmochados y troncos de corteza pelada allá donde se rascan el lomo para espulgarse y marcar territorio. Pero las más de las veces ve a los animales en foto. El Fapas cumple este año una década de seguimiento fotográfico del oso. Una treintena de cámaras camufladas en árboles ha dejado estampas inéditas de los plantígrados del Parque Nacional de Somiedo, Belmonte y Valle de Proaza.

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