Diario de León

La Junta de explotación del Órbigo se reúne hoy mientras el campo asume la catástrofe económica

El Páramo se resigna a perder el cultivo de 50.000 hectáreas por la falta de agua

El Luna sólo puede dar 9 hectómetros cúbicos para regadío a una zona que precisa 170

Entubado para aspersión, con pocas expectativas de actividad este año

Entubado para aspersión, con pocas expectativas de actividad este año

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

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El Páramo espera un milagro. Eso sería un ciclo de precipitaciones antes de que finalice abril capaz de duplicar las actual reserva del embalse del Luna. Las 52.000 hectáreas que dependen de este sistema (68.000 si se añaden todos los regadíos altos de las riberas del Órbigo) están condenadas a la improductividad este campaña por la precariedad de la reserva: en el actual año hidrológico, desde el final de la campaña de riego anterior, sólo se han sumado cinco hectómetros cúbicos. De los noventa y dos totales -menos de un tercio de la capacidad total del embalse-, con prioridad para abastecimiento y caudal ecológico, la disponibilidad para el regadío es de nueve millones de metros cúbicos. La circunstancia reduce a mero trámite la reunión de la junta de explotación del embalse. No hay agua, no hay nada; no nos van a dar lo que no hay», razona Alonso Vidal, agricultor de Antoñanes, que no oculta la sensación de resignación ante los caprichos del cielo. Así, todos los agricultores parameses, los de la ribera del Órbigo, medio campo leonés. Páramo abajo, en todas las localidades que cruzan los canales de la Mata, de Grisuela, de Matalobos, Villadangos, Villares, Castañón o la Tierra, están presentes las circulares de las comunidades de regantes que dejan entrever la hecatombe económica. No hay agua, no hay remolacha. Y mucho menos, maíz. El manual de la crisis se cuelga en bares y tablones de anuncios, junto a folletos con ofertas de viajes en Semana santa o actas de plenos municipales. Se recomienda retrasar las tareas de preparación de las tierras, los abonados»; retrasar las siembras; buscar cultivos alternativos que, en el caso de poder contar con algo de riego, no precisen de grandes cantidades de agua para salir adelante. «Llevamos cinco meses mirando al cielo», comenta Vidal, que recuerda el problema económico al que se enfrenta esta zona leonesa donde se han acometido inversiones importantes para modernizar y mecanizar las explotaciones. «Habrá problemas porque hay que pagar eso», dice mientras acompaña un gesto hacia los tractores. Las máquinas no se han detenido pese a que las posibilidades de que pasen la primavera y el verano a la sombra. «La labor hay que hacerla y luego ... Estamos mentalizados para lo peor». La mitad del campo de León de balde; pérdidas económicas sin precedentes para un sector del que viven más de nueve mil familias. Si la nieve o la lluvia no lo remedia y cambia los planes de reparto, hoy ya oficiales.

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