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Valladolid gana, León pierde

La crisis interna de la UPL pone en peligro la supervivencia del leonesismo político y, ante la pugna de todos los implicados, sólo deja como vencedor a un mero espectador: Pucela Piden que

Chamorro, Otero, Pardo, Moreno, Cabezas y Valderas, en la noche electoral del 27-M

Publicado por
Maite Rabanillo redacción
León

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La tensión interna en la UPL se mantiene en un compás de espera hasta la celebración, el próximo día 17 de abril, del Comité Ejecutivo en el que la dirección ha anunciado un «golpe de mano» para reconducir el destino de un partido desgastado por los enfrentamientos de sus cargos públicos. A la espera de que el máximo órgano de gobierno de la UPL se pronuncie, los acontecimientos de la última semana han puesto en peligro la superviviencia de la formación leonesista, con ausencia total de diálogo entre los cuestionados procuradores en las Cortes, con Joaquín Otero a la cabeza, y una dirección con apenas cuatro meses de trayectoria y una debacle electoral a cuestas, que aún debe demostrar que es la adecuada para darle un futuro al partido. De entre las acusaciones y las críticas que han deslabazado a la UPL en los últimos meses aún se puede rescatar una premisa común y es que el sentimiento leonesista permanece en la calle y mantiene viva la esperanza política -pocos hablan ya de autonomía- en la reivindicación de la identidad histórica. Por eso causa tanta perplejidad que en su lucha a ciegas los paladines leonesistas esgriman como argumentos de batalla cuestiones como la lealtad y el compromiso, cuando el trasfondo es pura y llanamente económico -sin ánimo de banalizar la delicada situación por la que atraviesa la UPL-, mientras en Valladolid se frotan las manos al ver cómo los otrora azotes de la Junta se destrozan entre ellos a zarpazos por ver quién tenía razón entonces, «cuando se negociaron las listas» o «cuando firmamos el pacto» o «cuando te apoyé» o «cuando me engañó». Se arrogan todos el espíritu reivindicativo leonesista frente a las instituciones. Pero quien haya estado pendiente de la actualidad en los últimos meses aún no habrá podido cerrar la boca de asombro ante tanto conformismo. Dicen los procuradores, dice Otero, que el PSOE se está comiendo a bocados a la UPL en León con la firma de un pacto que ningunea al partido. Y Chamorro se defiende de cara a la galería alegando que han conseguido «la terminal tal o la infraestructura cual», pero en el día a día municipal se ve que es él el que pone la cara en los asuntos poco agradecidos y no quien se arroga las firmas y los éxitos. Y habla Otero de reivindicación cuando hace meses que su estrategia parlamentaria se ha vuelto pura pleitesía hacia la Junta y Herrera, montados todos, dice ahora, en el mismo barco -¿un crucero de placer, quizás?- en el que el látigo leonesista se limita a pedir al Ejecutivo autonómico que apriete tal o cual tuerca al Gobierno central, como si Valladolid ya tuviera toda la maquinaria engrasada al gusto de los leoneses que le votaron para que llevara su voz disconforme a las Cortes y, no lo olvidemos, contra las Cortes. Y hay entre estos representantes públicos con generosos emolumentos quien no se ruboriza al decir que el partido que le colocó donde está tiene los días contados y que su estrategia hasta entonces será cruzarse de brazos y ver cómo se desmorona a sus pies. Y mientras el votante asiste perplejo al espectáculo preguntándose dónde quedó el mandato que metió en una urna. Extraña paradoja que sea la propia UPL la que dé estas alegrías a Pucela.

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