Mordaza sanitaria

La muerte de dos leoneses por el mal de las vacas locas sigue llenando páginas de periódico y minutos de informativo en radio y en televisión. Los llamamientos a la prudencia se repiten de uno y otro lado: Juan Vicente Herrera, Bernat Soria, Elena Espinosa, Silvia Clemente, hasta la Comisión Europea, por no hablar de Juan José Badiola, que fue quien destapó la noticia. Todos han manifestado su parecer y, todos, se han unido en un mismo llamamiento: no hay riesgo para la salud. ¿Todos? No. En un pequeño reducto resisten aún unos castellanos comandados por su jefe, el gran Guisa(solo) de Castilla, a la sazón consejero de Sanidad de la Junta, que dos días después de conocerse las trágicas muertes sigue sin decir ni esta boca es mía. Es más, ni una sola declaración salió ayer de su consejería, salvo alguna nota de prensa o escuetos correos eléctronicos de sus óganos de comunicación. Pero la mordaza sanitaria que se ha impuesto desde las tierras de Castilla abarca todos los frentes. El gerente del Hospital ha sido llamado al orden por hacer declaraciones a este periódico y ni siquiera se informa a aquellos a quienes, por su cargo, se sabe que los periodistas pueden preguntar. La orden es clara: no hablar. Y es que estos ilustres se creen que por callar en una crisis, ésta deja de ser noticia. Claro que la oposición socialista y leonesista, del leonesismo de Otero, de las Cortes de Castilla tampoco le va a la zaga. ¿Acaso no se impone una comparecencia del consejero de Sanidad para explicar la situación? ¿No deberían aclarar por qué se han conocido tan tarde estas muertes y no porque ellos lo hayan dicho? ¿Hubiera sucedido lo mismo si los fallecidos hubieran sido de otra provincia?