Marroquíes, rumanos, ecuatorianos, búlgaros, colombianos y dominicanos, los más asíduos
El ropero de Cáritas repartió en el 2007 46.000 prendas entre 7.000 personas
El servicio, atendido por dieciocho voluntarios, recibe una media de treinta visitas diarias
El ropero de Cáritas de León ayudó el año pasado a vestirse a siete mil personas que adquirieron en el centro 46.000 prendas en 1.700 despachos realizados. Las personas que recurren a este servicio para vestirse proceden de León y provincia, transeúntes, centro penitenciario de Mansilla de las Mulas, Complejo Hospitalario, CIS y reparto de ropa en situaciones de emergencia. Al ropero de Cáritas se acercan los martes (primer día de la semana que abre el servicio) una media de treinta personas, número constante, aunque va disminuyendo al final de la semana, «la razón es porque los lunes entra ropa nueva y las personas que se visten aquí piensan que los martes habrá material nuevo», dice sor María, alma de este proyecto, que actualmente es atendido por dieciocho voluntarios . La atención es individual y los «compradores» son atendidos de uno en uno por orden de llegada. Kilos de ropa de segunda mano reposan en las estantería de la tienda, nada comparado con lo que duerme en el almacén o en la zona de seleccionado. Las prendas están colocadas por usos: pantalones, camisetas de niño, camisas de manga larga, de manga corta, abrigos, pijamas, zapatos, faldas... Los dieciocho voluntarios diarios que acuden para ayudar en este servicio -siete diariamente- atienden las peticiones de las personas que, lentamente, revisan la ropa en función de sus necesidades. Cáritas ha establecido un sistema de «pago» para estas prendas. La más cara cuesta un euro, aunque para los más necesitados hay establecido un sistema de cartillas que permite la retirada de ropa gratuitamente. «El precio es simbólico y lo utilizamos para comprar ropa de cama, roma interior y calzado, que es de lo que menos entra», dice sor María. Pero no todo lo que la gente dona vale. «Pedimos que nos manden la ropa lavada y que no esté vieja, porque toda esa ropa no sirve y se tira», dice el director de Cáritas, Carmelo González. «Tenemos el máximo respeto con los que acuden a este servicio porque para nosotros no son sólo necesitados, son personas». Las prendas rotas, pasadas de moda, sucias y con defectos no sirven. Los lunes son los días de recepción de ropa. Cientos de prendas se rechazan en la selección previa antes de colocarlas en la tienda. «La gente trae aquí lo que no se atreve a tirar en casa, pero al final lo tenemos que tirar nosotros porque no vale. La ropa, aunque sea de segunda mano, tiene que estar bien, no puede estar rota, ni sucia ni demasiado pasada de moda». Los inmigrantes han dado una vuelta al servicio al que tradicionalmente acudían las familias gitanas más necesitadas. Las personas procedentes de Marruecos, Rumanía, Ecuador, Bulgaria, Colombia y República Dominicana son los que más utilizan el ropero, aunque también han acudido a «comprar» prendas inmigrantes de Alemania, Angola, Argelia, Argentina, Brasil, Bulgaria, Cabo Verde, Camerún, Chile, Colombia, Corea, Costa de Marfil, Cuba, Ecuador, Guinea, India, Marruecos, Perú, República Dominicana, Rumanía, Sierra Leona y Portugal. Sor María es la encargada del ropero de Cáritas -el programa más antiguo de Cáritas-, situado en la calle Dámaso Merino. «Es difícil calcular exactamente a las personas que hemos vestido en un año porque muchos inmigrantes se llevan muchas prendas a sus países», dice. «Pedimos a la gente que no nos envíe lo que no se atreve a tirar en su casa. Tenemos mucho respeto por las personas y sólo seleccionamos lo que viene limpio y, aunque de segunda mano, nuevo» CARMELO GONZÁLEZ Director de Cáritas