Diario de León

Un templo para un retablo

El padre Coello, arquitecto del santuario y el seminario de La Virgen del Camino, recogerá mañana el premio Arqano, que entregan los colegios de arquitectos del noroeste en León

El proyecto del santuario tuvo que basarse en la ubicación del retablo

El proyecto del santuario tuvo que basarse en la ubicación del retablo

Publicado por
A. Calvo - redacción
León

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«Aunque el Santuario de La Virgen del Camino de León por sí mismo sería digno de consideración y aprecio, atendiendo sólo a sus cualidades plásticas y espaciales, también merece ser tenido en cuenta como documento notable de la historia de la arquitectura española reciente», así comienza el volumen dedicado a la basílica leonesa elaborado por la Universidad de Navarra, incluido en la colección Arquitecturas Contemporáneas. Los colegios de arquitectos de Asturias, Cantabria, Galicia y Castilla y León entregarán mañana en la sede del Colegio de Arquitectos de León los premios de la primera edición de Arqano de Arquitectura, entre los que se encuentra el Santuario de La Virgen del Camino. Su autor, el padre Francisco Coello de Portugal, recogerá el galardón. Un templo del siglo XVII fue derruido y sobre él se construyó lo que hoy en día es ya un símbolo para todo León. Del antiguo santuario tan sólo quedó el muro que envolvía el retablo y, por este motivo, el propio Coello comentó a sus compañeros que no se había inspirado en ninguna obra concreta para su proyecto de La Virgen del Camino, sino que había tratado de hacer «una iglesia para un retablo». El obispo de León, Luis Almarcha, terció para que el padre Coello finalmente ejecutara el proyecto del santuario, del que se hizo cargo en 1956. Poco después de acabar la carrera de arquitectura, Francisco Coello de Portugal decidió ingresar en el noviciado y, sin haber terminado éste, tuvo que preparar en un verano los bocetos del Santuario de la Virgen del Camino. En la memoria que recibió el padre Coello para iniciar su proyecto se indicaba: «El templo debe tener una sola nave, sin soportes ni obstáculos visuales o funcionales en su interior, debe prolongar diez metros el antiguo primitivo templo, pero manteniendo el retablo en su sitio». Estas exigencias estaban condicionadas por los deseos del promotor de la obra, Pablo Díez -un empresario leonés emigrado a México-, que había visto cómo ante el retablo se arrodillaban multitud de devotos leoneses, aunque también quería imprimir al nuevo templo un carácter moderno y acorde a las nuevas necesidades. Las actuaciones de Subirachs -continuador de la obra de Gaudí en el templo de la Sagrada Familia de Barcelona-, que trabajó en la fachada principal y del vidrierista Raffols Casamada, fueron posteriores. El propio padre Coello ha indicado en muchas ocasiones que sus plegarias a la Virgen forman parte del éxito del santuario leonés, como en el caso de la torre del campanario, que al final decidió convertir en la última cruz del vía crucis.

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