Diario de León

| Entrevista | Adolfo Coray Jiménez |

«Llevábamos a veintiún niños y la religiosa en un dos caballos»

«Ante todo, los niños a la escuela», esa es la frase con la que termina la entrevista este gitano, premiado por la Asociación Hogar de la Esperanza por ayudar a los demás durante sus años como conductor del

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Carmen Tapia - León
León

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Su enfermedad le impidió recoger el premio con el que la Asociación Gitana Hogar de la Esperanza le reconoce su dedicación y ayuda a los demás como miembro fundador y conductor del autobús escolar de la asociación durante treinta años. Los Premios Gitano 2008 también reconocieron, en un acto de entrega durante la jornada de la cultura gitana, el compromiso a favor del pueblo de Pedro Fuente, presidente y fundador de Secretariado Gitano. -¿Se sorprendió de que le dieran el premio? -No me lo esperaba. -¿Siempre fue conductor del autobús de la asociación? -No. El transporte lo hicimos primero en taxi. Luego compramos una furgonetina, después nos hicimos con un autocar que si no le damos salida nos arruina. -¿Por qué? -Porque no ganábamos para averías. Después nos hicimos con un furgón nuevo y con eso hacíamos el transporte escolar. Recuerdo que con un Citröen 2cv llegamos a transportar a veintiún niños y a la religiosa, la hermana Mercedes. -¿Y nos les pilló nunca la policía? -Si nos ve, o le hubiera dado un infarto al policía o nos hubiera comprado un autocar. -¿Hacían la ronda por todo León? -Si, un montón de kilómetros diarios recorriendo toda la ciudad durante una hora recogiendo niños de todas partes para llevarlos a la guardería de la asociación. -¿Usted fue el primer conductor que tuvo la asociación? -Si. Antes de eso trabajaba para la asociación, porque soy socio fundador, pero de manera voluntaria, sin cobrar nada. Recuerdo que para poder mantener la guardería estuvimos un año empaquetando espaguetis, por la noche, hasta que reunimos la cantidad para poder pasar un curso de la guardería. Cuando salió la plaza de conductor me cogieron a mí. Así empezamos y ya llevamos veinticuatro años con el autocar. -¿Usted tenía carné de conducir desde el principio o se lo sacó después? -Yo tenía el de primera, pero no se podía conducir autocares y menos de transporte escolar. La asociación me adelantó el dinero para secarme el carné especial para conducir autocares. Pero de todas maneras pensaba sacármelo porque mi ilusión era coger un trailer y marcharme por el mundo entero. Pero no me dejó mi mujer. -¿Ya estaba casado? -Si (contesta desde el otro lado de la sala Antonia Jiménez, su mujer) teníamos cinco hijos. Tuvimos ocho. -¿Si hubiera estado soltero se hubiera ido por el mundo en un trailer? -Si, si, si. -¿No pensó en coger a la familia y marcharse? -Tanto como coger a la familia y marchar, no. La vida de un conductor antes era muy sacrificada. -¿Como socio fundador, qué fue lo que le motivó para poner en marcha esta asociación? -Teníamos todas las dificultades. Vivíamos muy mal. Había muchísima gente que no tenía carné de identidad. No éramos mirados en ningún sitio. Ni en las obras y nos daban trabajo. En las casas no había agua y la mayoría no tenían ni luz. Entonces se pusieron ahí a luchar unos seminaristas, con don Pedro Puente, que gracias a él hoy una gran mayoría de gitanos tiene vivienda propia. -¿Todo eso ha cambiado? -Sí, muchísimo. Hoy tenemos las puertas abiertas, aunque algunos son reacios a aceptarnos tal y como somos. Pero cuando nos conocen no nos cambian por nadie. Cuando el gitano tiene un amigo es un amigo hasta el final y el paisano que tiene un amigo gitano lo tiene hasta el final, a costa de su propia vida. (Recuerda la vida del gitano beato Ceferino). -¿Quizás la asignatura pendiente sea el excesivo abandono escolar? -El gitano siempre ha sido muy liberal. No nos gustan las ingerencias. Somos libres como el viento. Yo he estado con mis padres por los caminos con un burro. -¿Qué espera usted para el futuro? -Ante todo, los niños a la escuela.

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