«El número de casos se incrementarápara, después, comenzar a descender»1396927554
Los casos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob se incrementarán en España en los próximos años para, después, comenzar a descender, al igual que ha ocurrido en Inglaterra, según el científico leonés y presidente de los veterinarios españoles, Juan José Badiola, quien se muestra convencido de que seguirán surgiendo en los próximos meses. En el caso de León «puede ser una casualidad» los tres fallecimientos producidos por esta dolencia, si bien Badiola apunta a que la causa podría estar en los hábitos alimenticios que se siguen en la provincia. «Aquí se consume mucho vacuno, pero no hay que hablar de carne, sino de nervios», matiza. El gusto por las vísceras podría ser otra de las causas de las muertes de los tres leoneses, si bien en el último caso todavía no se ha confirmado que el fallecimiento se debiera a la variante humana del mal de las vacas locas. También hay que tener en cuenta la predisposición genética de cada persona, algo que, según Badiola, también tiene que ver en el contagio de la enfermedad. Según los britànicos, alrededor del 25 por ciento de la población tiene la estructura genética que favorece el contagio de esta patología. «Podrían registrarse casos humanos entre ocho y diez años después de haber consumido carne contaminada», explica Badiola. Sin embargo, matiza que «aún no sabemos cuándo apareció la enfermedad en España, ni cuando empezó a haber una cantidad importante de material contaminado en la cadena alimentaria, ni tampoco cuánta gente tuvo acceso a ella». El cambio climático, el intenso comercio entre países y la globalización del mercado alimentario son otros factores que contribuyen al desarrollo de la variante humana del mal de las vacas locas. La apuesta Para luchar contra ella, Badiola apuesta por «unos buenos servicios sanitarios de base, el refuerzo de personal especializado en enfermedades infecciosas, buenos laboratorios de diagnóstico, sistemas de respuesta y control de las fronteras». «En España hay un buen nivel de seguridad alimentaria, pero, aún así, no debemos dormirnos en los laureles», remata.