Víctimas junto a las balas

Los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica dieron ayer con la fosa que durante más de setenta años ha escondido los restos de trece represaliados durante la Guerra Civil. Paseados, humillados y asesinados en campo abierto, luego inhumados junto a un arroyo próximo a la localidad de Albires. A caballo entre las provincias de León y Valladolid, al pie de una finca de cultivo de cereal, y entre una plantación de chopos, Allí permanecieron durante años, silentes, los restos mortales de trece jóvenes que no acumularon más culpa que pensar distinto que quien tenía las pistolas. La ARMH dedicó cuatro días a rastrear el entorno; la certeza sobre la zona del enterramiento era plena; también la de las víctimas que contenía la fosa. once estudiantes de veterinaria, un maestro, otro joven más vecino de Villarroañe. Prestó su memoria un vecino de la zona, que recordaba cómo de joven se comentó la masacre y la posterior desaparición de los cuerpos de las víctimas asesinadas bajo la tierra roja de esta zona. Tras abrir diversas zanjas longitudinales al lado de la chopera y la misma tierra de laboreo, los responsables del proyecto de búsqueda y exhumación de los cadáveres decidieron echar mano de un georadar. El mismo instrumento que han empleado en las últimos días para localizar enterramientos en la zona de Sobrado, donde de acumulan hasta veinticinco víctimas de la guerra y la dictadura posterior. «Hubo que buscar en el terreno con mucho cuidado porque era una zona difícil y con árboles», señaló Santiago Macías, que es vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la memoria Histórica y ha estado durante las dos últimas semanas a pie de fosa en el sur de León, primero en Izagre; ahora en Albires. El georadar dio pistas tras leer la densidad y el nivel compacto del terreno. No hizo falta llevar al ordenador los datos para procesarlos. A última hora de la mañana, tras soportar un fuerte aguacero, frío y viento, los voluntarios dieron con la fosa; trece jóvenes a los que se les arrancó la vida de un disparo en 1936. Antes se hallaron pistas que hacían presagiar la proximidad de enterramiento, Balas, casquillos de balas. A penas un día después, las víctimas de las balas, a medio metro bajo tierra. «A partir de ahora exhumaremos los restos, trataremos de indentificar cada cuál, y entregaremos los restos a los familiares para que tengan un enterramiento digno». Es el procedimiento dictado para rescatar del olvido