Tiro en la nuca por participar en el homenaje a un profesor paseado

La fosa de próxima Albires escondía a medio metro bajo tierra detalles infames sobre la condición humana. En la tumba común improvisada al lado de un arroyo que sólo lleva agua en invierno se ocultaron durante 32 años los asesinatos de once estudiantes, de veterinaria y de magisterio, que pagaron con un tiro en la nuca su valentía al homenajear a un profesor que había sido represaliado por los rebeldes al régimen republicano. Era agosto del año 36 cuando osaron a ese desagravio; entre los detenidos y apresados estaban los muertos que ahora aparecen a la sombra de una chopera en el límite de las provincias de León y Valladolid. Dos meses después su vida acabó como la del profesor. Tiro en la nuca -la zona está sembrada de balas y casquillos que atestiguan el formato de la carnicería- y cuneta; y que algún alma caritativa entre los lugareños se preste a dar tierra. Antes, un hombre de Albires identificó entre los muertos a compañeros suyos en estudios de veterinaria; ahí empieza el hilo del que tiró la ARMH. Junto a los once estudiantes se cree que hubo otras víctimas. Se busca en la zona a Equiterio Gutiérrez Corral un joven de Cistierna, al que asesinaron a casi cien kilómetros de su casa, y a otro joven del valle de Olleros, que pudo haber corrido la misma suerte. Infamia. Infamia.