León se convierte en el pueblín más grande
El desfile de carros engalanados y pendones y la tradicional degustación de la morcilla y el chorizo de San Froilán reúnen a miles de personas en la capital de la provincia F
Desde las once de la mañana hasta bien pasadas las cuatro de la tarde León mudó el uniforme de capital por el mandil y el mantón para volver a sentirse como los cientos de pueblos de su provincia desde los que llegaron ayer multitud de visitantes para disfrutar de la fiestas de San Froilán. Miles de personas, leoneses y turistas, se dieron cita en el Barrio Húmedo durante toda la mañana para festejar una de las celebraciones con más solera de la provincia. Los tradicionales desfiles de pendones y de carros engalandos colmaron las calles de la capital de música, color y sabores de antaño. Alrededor de 150 pendones lucieron sus colores en el trayecto entre el paseo Sáenz de Miera y la Plaza Mayor. Las enseñas de los pueblos caminaron orgullosas por el corazón de la ciudad luciendo el fulgor de sus dorados, rojos y verdes ante la admiración de miles de paisanos y extranjeros. Durante todo el recorrido los pendonistas rivalizaron en maña y gallardía portando las banderas con bailes y malabares de probada destreza. Los más fuertes lo bailaban con las manos en la espalda mientras otros trepaban a lo alto de mástil. Finalmente, los jueces estimaron que quienes más destreza habían demostrado fueron los pendonistas de la asociación del pueblo de Turienzo Castañero. Con los pendones plantados en la Plaza Mayor, en Santo Martino se ponía en marcha el cortejo de carros engalanados con dirección a la Plaza del Grano. El desfile de los 16 carros tirados por burros, 16 más impulsados por vacas y el mismo número movidos por caballos avanzó por las calles más típicas de la ciudad durante casi cuatro horas para detenerse detrás de la centenaria iglesia del Mercado y lucir sus adornos y trabajos ante la atenta mirada de los muchos curiosos y de los jueces del concurso. Fue el carro de Villaseca de la Sobarriba el que volvió a casa cargado con el primer premio de los quince concedidos por el Ayuntamiento de León. La riqueza de los avalorios, los mantones bordados, los ramos y estandartes contrastaba con el testimonio pasado de cerandas, peizas, artesas o ristras de ajos que engalanaban los carros. No faltó la morcilla Los sabores más tradicionales de León sazonaron la jornada y la degustación de morcilla y chorizo de San Froilán congregó frente a las Carbajalas a una multitud que no dudo en catar lo más típico de la gastronomía leonesa. Los bares del Barrio Húmedo bullían de gente y ante el paso de los carros cargados de chorizos, uvas y de los mejores productos de la tierra era inaguantable reprimir el apetito. Tampoco faltaron los bailes regionales y la música tradicional que amenizaron cada uno de los actos celebrados ayer. Por las calles del casco antiguo y en el escenario dispuesto en la Plaza del Grano se pudo disfrutar de la actuación de diversas agrupaciones de bailes de toda la provincia. A pesar de que el sol y el buen tiempo acompañaron y no deslucieron los actos previstos para la jornada de ayer, cuando los carros y la multitud abandonaron la Plaza del Grano y las calles del Húmedo volvió a soplar el aire de la capitalidad y León se desató el pañuelo de la cabeza y volvió a anudarse la corbata para continuar con su vida normal hasta la próxima cita con San Froilán.