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Padres, profesionales y jóvenes con síndrome de Down reciben pautas para las relaciones de pareja

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c. t. | león
León

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Padres, chicos y chicas y profesionales iniciaron ayer unas jornadas sobre sexualidad en personas con síndrome de Down. El psicólogo clínico y sexólogo José Luis García es psicólogo clínico, fue el encargado de orientar a los padres y resolver las dudas de los discapacitados psíquicos para que aprendan a relacionarse sexualmente de una manera sana. El sexólogo defiende la necesidad de que las personas discapacitadas intelectualemente tengan conocimiento de su cuerpo y lo que son las relaciones sexuales, para que establezcan relaciones sanas y aprendan a relacionarse afectivamente. Estas jornadas se organizan como respuesta a la necesidad de realizar programas de formación para padres y madres (incluido familiares) así como de los profesionales que trabajan con estas personas, proceso iniciado hace algunos años y que ahora se evalúa y actualiza con una nueva iniciativa formativa. Implicación de los padres Hay que destacar la participación y la implicación de los padres y madres, «en la medida en que la dependencia legal y afectiva que se establece entre los progenitores y sus hijos/as hace de los padres una agencia educativa de singular importancia», aseguran desde la asociación de León. Las dudas planteadas por las personas con síndrome de Down sobre el sexo hace necesaria una intervención de los padres y de los profesionales, para aprender a ofrecer una información veraz a los chicos, algunos de los cuales ya trabaja. En estas jornadas se considerará, que estos chicos y chicas, estos hombres y mujeres con síndrome de Down, son personas con las mismas necesidades afectivo-sexuales que el resto de la sociedad y, en general, tienen las mismas necesidades de ser queridas, sentirse amadas, tener amigos/as, sentirse atractivas y enamorarse, que las demás personas, siempre que se les faciliten las condiciones para ello y se les capaciten para la expresión adecuada de estas necesidades. «El no aceptar esta realidad supone favorecer ciertos riesgos de salud, como es el caso de los abusos sexuales. En efecto este sector de población es mucho más vulnerable a los abusos sexuales, no tanto en razón de discapacidad, sino en la falta de capacitación».