A lomos de caballo (III)

ES un paso adelante. Fuera pesimistas; fuera, fuera. Cerremos el aeropuerto, que los aviones, en vuelo nocturno, perturban la actividad sexual de los corzos que se reproducen entre las zonas boscosas de ese amplio espacio natural que es la provincia leonesa, en el que ya nacen más retoños de fauna salvaje que rapaces de paisanos. De hecho, el cierre del aeropuerto es detalle de anticiparse al futuro: con esa progresión de nacimientos ¿para qué queremos en León un aeropuerto? ¿Quién se imagina que el pasaje lo formen jabalíes, lobos, raposos, igual un oso incorfomista? Es surrealista. En el fondo, los que han ideado cerrar el aeropuerto de León son prohombres. Gente buena. Como los rusos cuando decidieron alargar la mano a Polonia, a Afganistán, incluso a Praga. A Berlín oriental. Volvemos a lo mismo. La metrópoli y las colonias. A lo mejor, el cierre del aeropuerto es un augurio. Cuando la metrópoli deja la colonia siempre destruye las infraestructuras. Si no nos hace falta a nosostros, ¿para qué lo van a querer los colonizados?, se preguntan. Y actúan en consecuencia. Nosotros, otra vez a empezar. Si nos dejan. Si no molestamos. Escuchemos a los perioficinistas; nos dirán qué hacer. Y criemos caballos. Para viajar.