Diario de León

La alegría está en el campo

León vuelve a estar representado en la Fiesta de la Transhumancia, que reunió ayer en la capital de España a más de medio millón de personas entre el rebaño

El rebaño de mil ovejas volvió a atravesar otro año más las calles de la capital de España

El rebaño de mil ovejas volvió a atravesar otro año más las calles de la capital de España

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Pacho Rodríguez - madrid
León

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¿En qué se parecen Riello y la confluencia entre la calle de Alcalá y la Gran Vía madrileña? En un día como el de ayer, luminoso, Fiesta de la Trashumancia, que durante quince años rescata a Madrid del humo y los atascos, se parecerían en el sabor de una bota de vino con gaseosa, en el compartir una mañana de exaltación rural y las reminiscencias del pueblo que también fue esta ciudad, se identificarían en el ruido de madreñas, en el paso de los burros, caballos y bueyes y en el definitivo transcurrir de las mil ovejas (número tradicional del rebaño trashumante) que confirman que, en estos tiempos urbanos, la alegría está en el campo. A partir de ese sabor a vino rebajado, en un breve trago ofrecido por una chica de Reinosa bota en mano, José María Hidalgo, leonés de Riello, toda una institución, viajó a su pueblo de la mano de la memoria. Es lo que tiene esta fiesta de la Trashumancia. Que traslada ovejas y sentimientos. Allí, junto a casi medio millón de espectadores también estaba Antonio Martínez, El Jamonero , un maragato que lleva 11 años pisando las calles del centro de Madrid y atizando la débil llama del folclore leonés. ¿Y para qué 11 años? «Pues yo qué sé. No sé si por suerte o por desgracia¿ Al menos les enseñamos a los madrileños de qué va esto». Y vuelta a su grupo, con sus trajes regionales y provocando guiños cómplices a los seguro que cientos de leoneses, al menos por allí se vio a familias enteras, que quisieron ver cómo en lo de la trashumancia León si está en el G-8. Argumentos visibles para ello los hubo: Los pendones y pendonetas, de San Justo y de Nistal, son indispensables en esta celebración. El folclore de las danzas de Astorga, la presencia ruidosa y festiva de Prioro, mastines leoneses, en otras manos, pero leoneses, y buen número de paisanos de diferentes zonas de la provincia confirman que León es parte fundamental de esta historia que sigue pasando, como es la de las Cañadas Reales. Importancia leonesa La importancia leonesa la confirma Jesús Garzón, una autoridad en la materia, impulsor y gran responsable de que el paso de los rebaños por la Cañada Real sea una realidad del siglo XXI. «León es fundamental en toda esta historia, no sólo por la presencia de agrupaciones que vienen a esta fiesta, sino porque es de las cuatro primeras cabeceras de La Mesta y, además, con el mérito de haberse mantenido y permanecer activa», afirma este ex-alto cargo de la Junta de Extremadura. Respecto al futuro, el organizador de la popular fiesta también reivindica el futuro de la trashumancia en términos leoneses: «León, el Teleno o el norte de la provincia, por ejemplo, necesitan del pastoreo. En la montaña de León, los hayedos y robledales han crecido gracias al pastoreo», remarca Garzón. En términos globales, esta Fiesta de la Trashumancia es algo más que posibilitar que los más pequeños de las grandes ciudades vean a una oveja al natural y la toquen el lomo. Se pretende que se respete el paso de las cañadas reales, para mantener la tradición y asegurar el sustento de los ganaderos. «La ganadería es fundamental para estructurar la sociedad y crear empleo. Aquí, hoy (por ayer) viendo la gente que hay, familias enteras y personas de todas las edades, se demuestra la conexión intergeneracional que fomenta la vida en los pueblos y la ganadería. Este es el futuro: la España agrícola y ganadera», remata Garzón. Pese a las diversas vicisitudes que ha vivido el paso del ganado por las cañadas reales, una anécdota demuestra su empuje y que pocas cosas pueden detenerlo todavía. Cuando ocurrió la pasada huelga salvaje del transporte que dejó temblando algunas estanterías, «nosotros trashumamos sin problemas de Jaén a Teruel. Sin líos de gasolineras y demás. Vamos, sin piquetes», desvela Jesús Garzón.

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