Los boxes de la alta velocidad
Los trabajadores de Renfe y empresas de la alta velocidad acogieron ayer con agrado la visita de la ministra Magdalena Álvarez, como muestra de la importancia de lo que ellos construyen
Podrían ser como el personaje de aquel chiste que mientras repara su Vespino ve pasar un avión reactor y tras quedarse ensimismado con la estela de humo blanco que deja sobre el cielo azul, exclama: «¡Lo que hacemos los mecánicos¿!». Pero no. Estos hombres, los técnicos que trabajan en La Sagra, están en la vanguardia de lo que es y será la alta velocidad española de las próximas décadas. En La Sagra, un municipio manchego de la provincia de Toledo, a media hora de Madrid, gracias a lo que ellos allí construyen, están los hangares en los que se pone a punto lo que luego circula a toda velocidad por las vías de ferrocarril. La Sagra, de apenas 3.000 habitantes, puede presumir de tener en sus tierras los boxes de la Fórmula 1 de los trenes. Y allí hay técnicos, trabajadores de toda una vida, que han visto, vivido y practicado esta auténtica revolución tecnológica que viaja del ferrocarril convencional a aquel que si no supera los 200 kms/h es una tortuga. A ellos, que la tortuga no les adelanta, puesto que trabajan a gran ritmo, hoy les toca un día que viven como una fiesta propia. Con orgullo. Está la ministra Magdalena Álvarez. Y la ministra habla: «España está situada a la vanguardia de la red ferroviaria». Ellos escuchan y se hacen fotos. Los trabajadores de La Sagra, sumados a la celebración del aniversario de aquel intrépido tren que hace 160 años hizo la ruta Barcelona-Mataró. Salto cuantitativo Álvarez habla con optimismo ante los consejeros de Renfe y demás autoridades, y los trabajadores, desde atrás, asienten. Escuchan y se hacen fotos. Como Toni Álvarez y Antonio González. Este último, por cierto, alumno del CHF leonés durante tres años. Otra historia, pero con Renfe como hilo conductor. La pregunta es obligada: ¿Qué les parece lo que dice la ministra? «Pues que es cierto. Es que, fíjate, lo que se está haciendo aquí es que 500 toneladas vayan a 350 kilómetros por hora», explica Toni Álvarez, catalán y veterano de la empresa que ha visto de todo, pero nada tan rápido como los trenes que presenta ahora Fomento. Tanto él como Antonio González han vivido estos cambios radicales en el concepto del transporte del ferrocarril y lo que les parece más relevante de los métodos actuales es la seguridad con la que se trabaja. «A través de los sistemas de seguridad se puede tener una cadencia de paso de quince minutos. Ya no hay sorpresas, hay seguridad», afirman. Mucho ha cambiado de aquellos primeros años 80 que ya apuntaban a aquel primer AVE Madrid-Sevilla de los años 90. Toni y Antonio estudiaban y se preparaban para ferroviarios. El segundo, Antonio Álvarez, precisamente en León, en el Colegio de Huérfanos Ferroviarios. «Me acuerdo que enfrente estaba La Venatoria. Y también me acuerdo de La Mejillonera. En León hice la FP después de que desgraciadamente mi padre falleciera», recuerda con afecto. Y, como si alguna conexión sentimental quedara, cuenta que ya ha llevado a León a su mujer y a sus hijos. Y que volverá. Si lo hace desde Madrid será volver al pasado a toda velocidad. Acaba el acto y toca despedirse y echar una mirada a esos trenes que recorren las vías como las liebres de un canódromo.