«No podemos aspirar a tener más estudiantes porque no los hay»
Este año la Universidad de León volverá a perder alumnos. Hermida, que presentará la próxima semana los datos oficiales, tiene en mente medidas para intentar cambiar la tendencia y reducir la tasa de abandono. -El descenso de estudiantes es otro lastre que arrastra la ULE. ¿Cómo se puede dar un giro a esta tendencia? -Hay un factor importante que es la demografía y eso no se puede cambiar; no podemos aspirar a tener más alumnos porque no los hay. Otra cosa es comenzar a aplicar lo que ya se hace en Europa, es decir, agrupar universidades para aprovechar las sinergias. Otro aspecto importante es la integración en la ULE de las personas que han realizado ciclos formativos de FP. La Junta ve con buenos ojos esta propuesta y está dispuesta a elaborar la normativa necesaria para su aplicación. -¿Qué va a pasar con las titulaciones que tienen pocos alumnos y que, por lo tanto, no son rentables para la ULE? -La próxima semana daré a conocer los datos pero se reducen a tres las carreras que tienen un número mínimo de estudiantes. Para ellas ya tenemos alguna idea que daré a conocer en su momento. Las deficiencias del sistema son globales y se dan en otras universidades exactamente igual que aquí. Tenemos la idea de ofertar títulos compartidos con alguna titulación de letras y alguna oferta en otras carreras que sea más atractiva que la actual. -En cuanto al número global de alumnos, ¿estará por debajo de la barrera de los 13.000? -Los estudiantes de nuevo ingreso serán alrededor de un centenar menos que este año y en cuanto a la cifra global aún hay que esperar al cierre total de matrícula aunque todo parece indicar que estará por debajo de los 13.000. -Otro de los problemas que tiene la ULE es la elevada tasa de abandono de los estudiantes. ¿Cómo se puede corregir esta situación? -Este es uno de los problemas más importantes desde mi punto de vista y que más nos preocupa. La Universidad no puede autoperjudicarse. La tasa de abandono depende de dos variables. La primera, el interés de inicio de estudio por parte de los alumnos, es decir, que elijan la carrera que les guste o tienen que estudiar lo que pueden, no lo que quieren. Lógicamente la motivación es muy diferente y escasa en muchos casos. Aquí no se puede acusar al sistema ya que, en muchos casos, conduce al fracaso. Pero hay otra variable estructural que podemos intentar abordar como ya hacen otras universidades como las catalanas. Es la aplicación de los sistemas de evaluación global o contínua a base de trabajos o seminarios.