En primera persona
Antonio Silván mostró su apoyo público a Carrasco. Sí, señor. A eso se le llama ser un bien mandado. Eso sí, después llegó la confesión, el arrepentimiento y la penitencia
Suele ser habitual. En política, como en otros aspectos de la vida, proliferan los personajes que buscan únicamente su propio beneficio y el de los suyos, siempre y cuando no mermen el suyo propio, y una vez que lo han conseguido, si te he visto... Algo así está sucediendo en el PSOE de León donde más de uno/a ya reprocha públicamente a quien ahora restaura Paradores el que les haya dejado a los pies de los caballos mientras él se ha buscado su propio sustento, el de los suyos y de algún otro arrimado que llegado de la tierra del burro zamorano-leonés ahora habita en la comarca berciana. Y eso que decían que no se llevaban bien. Claro que antes de irse, el restaurador dejó bien arreglado su pacto de los guzmanes, tanto es así que hasta permitió una subida abusiva del impuesto que los leoneses deben pagar para dar sustento a Gersul y a todos los personajes que ahora alimenta y que, no tardando, va a alimentar, aunque estos llegarán en vuelo rasante. Al tiempo. Nadie entiende cómo el PSOE ha podido admitir este atentado a los bolsillos de los leoneses en un organismo que realmente no gestiona. Así se hace oposición, sí señor. Aunque no es de extrañar, porque algunos en el grupo de diputados tiene mejores cosas en qué ocuparse, léase beatos, teleféricos o en tratar de hacerse notar para ver si el nuevo secretario provincial lo coloca en la ejecutiva. Quien parece que ya no quiere hacerse notar es Tejerina, que tras su encierro en la sede de su partido, eso sí bien sentado en un sillón, ha preferido pasar al ostracismo. Claro, que a lo mejor ha visto que esto se gana con compromisarios y se ha decidido a buscarlos. ¡Y pensar que está montando todo esto porque Carrasco no lo colocó en la lista del PP al Ayuntamiento de León en las pasadas municipales!