La última de Ebro

Más de 750.000 toneladas de remolacha cultivada en León pasarán los tres próximos meses por el punto cero de recepción en la fábrica azucarera de La Bañeza. El complejo industrial abrió ayer sus puertas a una campaña en la que presenta importantes novedades para el concepto transformador. Las mejoras estrenadas en el proceso de recepción repercuten en beneficio de la industria, los cultivadores e, incluso, el entorno de la factoría, que ha eliminado la producción de olores molestos. El 12 de noviembre del 2008 puede pasar a la historia como la fecha de apertura de la última campaña remolachera gestionada por Ebro en León. Ebro, que creció a base de transformar azúcar, se aparta de este negocio para asentar, mejorar y agrandar su posición en otros sectores estratégicos de la alimentación. El arroz, por ejemplo, o los cereales, con una márgenes de rentabilidad a los que no puede hacer frente el proceso de convertir una raíz de remolacha en azúcar. Ni siquiera la distribución del producto, una de las oportunidades que cautivan a las grandes multinacionales europeas que han mostrado interés en quedarse con los activos azucareros de Ebro Agrícolas y explotar la cuota remolachera en España. Las cifras económicas que se manejan marean y sólo son asequibles para una compañía que se desenvuelva con solvencia en este sector. El negocio de Ebro en León puede definirse como una industria en expansión, con 190 empleos (entre fijos o eventuales vinculados a la tarea y a la campaña de molturación) y más de 130.000 toneladas de azúcar asignadas. Esto es casi una cuarta parte del azúcar que se produce en España. Otro de los datos que suma al peso que significa León para la operación. El resto de ese asunto está localizado en las condiciones que ofrece el campo para el cultivo; nuevos regadíos, grandes masas de terreno suficientes para lograr una competitividad sólo al alcance de centroeuropeos. Ese campo comenzó ayer a realizar la última entrega de campaña a Ebro.