Diario de León

| Crónica | Un día a carreras |

Vendo guadaña con funda de seda Cuando votar es una papeleta

El desencuentro de la familia socialista berciana y el rechazo del sector de San Andrés se escenifican en dos sesiones intensas de corrillos y telefonazos con la sonrisa por bandera

León

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Hace ahora casi 20 años Ibán García del Blanco dedicaba las horas de ocio a mover alfiles y torres con el escudo del Club Endesa de Ponferrada en el pecho. Cuatro lustros después, al ajedrez y a la política aún se juega con movimientos parecidos. Sólo hay que colocar las piezas en el sitio adecuado y buscar el jaque. Pero el deporte ciencia de las 64 casillas, no contempla la opción de la rebelión a bordo. Cuando se es peón, la única salida es la revolución que cantaba Mecano. Y ayer las negras jugaron una defensa india de rey, pero el monarca no era el del guión. Por más que el discurso inaugural apelara a la unidad de la familia progresista local, hasta la presidenta de la mesa sugirió división, lapsus mediante: «Bienvenidos al onceavo congreso», se le escapó a la bemibrense Nancy Prada. Al ratito llegó otra berciana, la diputada Helena Castellanos, destinataria de la única opinión unánime en la sala: es la mirada más sugerente del abanico político de la izquierda provincial. La mañana transcurrió pacífica hasta que pasado y futuro escenificaron la primera discusión de lindes. Miguel Martínez decidió intervenir antes del receso de media mañana y Paco Fernández le apuntó que el programa le reservaba turno pero después del café y el cigarro. El presidente de Paradores hizo caso omiso y el alcalde... dejó de hacer caso. Uno inició su discurso y el otro se fue a la calle para despedir educadamente a Matías Llorente y Javier Cepedano, que se iban por obligaciones varias. Y Dios en la de todos, ya se sabe. O esa era la intención. Así que a la hora del recreo, Marcelo Alonso y Roxana Almirante hicieron dúo por un lado, Canedo (Antonio, no Demetrio Alfonso -que también estaba-) agrupó al bando berciano, Ana Luisa Durán hizo lo propio con la corte lacianiega, José Antonio Alonso cambió impresiones con casi todo el mundo y la sesión matinal se cerró a la concurrencia general, que a la hora de comer se afilan mejor los cuchillos. Por la tarde, los pesos pesados desaparecieron del mapa y la cuerda se tensó. Para cuando la alcaldesa de San Andrés, María Eugenia Gancedo, puso prietas las filas de la principal familia del alfoz, ya no había solución. Reunidos en una sala contigua, media docena de compromisarios de la tierra del Rabanedo demoraron primero su acceso a la sala y después se quedaron grapados a sus asientos cuando el nuevo secretario general, ya proclamado, puso a la concurrencia en pie. Significativo. La sustituta de Miguel Martínez eligió las bambalinas para contemplar la escena y él, el sofá de casa. Del sector crítico berciano tampoco había noticias. Hablaron los números. Si la risa sardónica sólo la provocara el tétanos, la farmacia de Santa Nonia hubiera hecho una recaudación récord. Para hoy se reserva el segundo capítulo de la novela. Viene esa parte del cuento en la que el secretario autonómico, Óscar López, explica si realmente está convencido de acabar con Herrera a base de abrazos (los del oso no cuentan, esos sí serían efectivos). Nunca antes se habían cazado los elefantes a soplidos. Las votaciones ocuparon buena tarde de la sesión vespertina, una vez que se llevó a cabo el proceso correspondiente. Por la mañana se anunció la particularidad de que un delegado había enviado a votar en su nombre a una persona que no resultó autorizada para ejercer tal derecho. Fue la única anécdota de la jornada. De izquierda a derecha, Hermelinda Rodríguez, Nancy Prada y Vicente Canuria.

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