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Lamenta la mala valoración y escaso conocimiento social del trabajo diario de los jueces

Enrique López lanza un enérgico alegato en defensa de la independencia judicial

Defiende el papel de la Justicia como «baluarte» de los valores de la Constitución

El juez Enrique López admira el libro «El palomar del sordo» entregado por la presidenta

Publicado por
Asun G. Puente
León

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La última encuesta del CIS sitúa a la Justicia como una de las instituciones peor valoradas de la democracia. Consciente de esta imagen social, el magistrado de la Audiencia Nacional Enrique López inició ayer su conferencia para homenajear a la Constitución con una reflexión: «Yo creo que es injustamente valorada, porque precisamente supo adaptarse a la democracia como baluarte y defensora de sus valores; resuelve conflictos, no los genera».

Apuntó como uno de los puntales de esta mala valoración el déficit de imagen en la institución. «Dediqué siete años a esto y la realidad es que es la institución menos conocida y valorada». Ya en su conferencia, el juez leonés -”candidato a magistrado del Constitucional-” enfatizó la independencia de la Justicia. «Nuestra Constitución es extremadamente firme en garantizar el Estado de Derecho, la supremacía de la Ley como expresión de la voluntad popular y la sujeción de todos; y todo ello sin huecos, sin inmunidades del poder frente al Derecho».

Explicó que la Carta Magna dotó a España de «un poder judicial libre, inamovible, independiente y sometido únicamente al imperio de la Ley, dotado de vigorosas competencias; fue la única función del Estado que mereció en la Constitución la calificación de poder».

En esta línea, el ex portavoz del Consejo General del Poder Judicial añadió que éste, al ser incluido en el texto constitucional, «se coloca al margen de la coyuntura definida por los vaivenes políticos». También admitió en su intervención la «profunda transformación» que durante estos treinta años ha experimentado la organización jurisdiccional y los «modos y maneras de administrar justicia». En su discurso repasó, igualmente, las reglas del juego dadas a la administración de la justicia en las distintas constituciones españolas desde 1812.

Límites y fronteras

Ya en el análisis de la de 1978 recalcó: «El poder judicial parece aludir a algo a lo que se pertenece y, a la vez, a algo de lo que se dispone; a algo que se es y a algo que se tiene», aludiendo a su voluntad garantista. También reflexionó sobre dónde se encuentra la frontera constitucional entre lo ejecutivo y lo judicial, «si tanto jueces como administración juzgan y ejecutan lo juzgado». Apuntó la independencia como «elemento diferenciador de la potestad judicial de las demás potestades del Estado».

Hablando de las garantías constitucionales de la independencia judicial, López mencionó dos: la inamovilidad y la imposibilidad de ser removido del cumplimiento de su función, a lo que debe sumarse también la creación del Consejo General del Poder Judicial. Redundando en la independencia, aclaró que la Ley y el Derecho son garantía contra las intromisiones y límite para el juez a la hora de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.