| Tribuna política | Desde el Rubicón |
Al no haber otro...
¿Qué tendrá la política para que Vallejo, que gana lo que gana, esté deseando volver? ¿Será la erótica del poder?
Lo bueno que tiene la política es que permite a la clase que circula y vive de ella el no alejarse nunca demasiado para poder volver en cualquier momento. Ejemplos de unos que se han ido y después han vuelto hubo, hay y los habrá. Ahí están sino Covadonga Soto y Rodríguez de Francisco que, alrededor de mesa y mantel, buscan un resquicio para resquebrajar la UPL y resurgir de sus cenizas. Y, precisamente, de las cenizas que hoy es el grupo municipal del Partido Popular resurge cual ave fénix el otrora concejal de Urbanismo y breve viceportavoz municipal de la oposición, Cecilio Vallejo, del que Isabel Carrasco ha hecho su González Pons particular.
Vallejo se fue del Ayuntamiento hastiado de la oposición y de Mario Amilivia, su otrora amigo y después no tanto -”quizás por eso ahora la presidenta le quiere casi tanto como antes le repudiaba-”. Los políticos de entonces -”todos sin excepción-” le buscaron una buena ocupación, que casi sonó a jubilación anticipada. Pero, la política, cual canto de sirena volvía a sus oídos, cada vez con más fuerza, cada vez con mayor nitidez, tanto que ya casi se ve investido con los galones del jefe máximo de los populares capitalinos, aquel que ha de guiarles de nuevo a la victoria y así entregarle a su presidenta el bien más preciado: la alcaldía de León, su objetivo máximo. ¿No será demasiado pronto para colocar a Vallejo en la primera línea de salida?, se preguntan algunos. Ya se verá, lo más que puede suceder es que se queme antes de tiempo y, de ser así, es que no era válido. Otros, aunque lo desean, no van a tener esa opción. Vallejo para Carrasco y el PP es como aquella mujer que, en el momento de casarse y cuando el cura le preguntó a su futuro marido si la quería como esposa, tuvo que oír: «Al no haber otra».