| Análisis | Golpe emocional en el padrón |
Y sin embargo, se mueve
El incremento poblacional que devuelve a León sobre el límite del medio millón de habitantes es un hito en un territorio sumido los últimos 30 años en crisis y olvido político
redacción
Ni al
tos cargos ni autoridades consultados a cerca del incremento que ha experimentado el padrón de León en el último año han querido vincular sus causas con los efectos de las políticas discriminatorias encaminadas a fijar poblacional. Tal vez para no cargar en esa estrategia la responsabilidad de la sangría poblacional y económica que persigue a la provincia leonesas desde hace décadas.
Hasta el momento psicológico de superar la barrera del medio millón de habitantes -”que recoge la actualización anual de INE recién sancionada por el Gobierno-” León acumula experiencias infames que han acabado en poco más de veinte años con el 10% de su pirámide poblacional (en el tramo que se reserva para los activos) y estructuras sociales y económicas de las que parece imposible recuperarse. Alejada de las oportunidades de desarrollo que se le han ofrecido a otros territorios, ajena a los beneficios que aportaron a otras zonas la creación de nuevas redes administrativas derivadas de la creación de las autonomías y sus estructuras de poder, la sociedad leonesa experimentó en esta travesía que un empleo en las comarcas mineras tiene menos valor y menor interés para las autoridades que otro de una cadena de montaje en otro punto de España, o que la producción del sector primario de la provincia estaba descompensado con la relevancia del mismo sector en la cornisa cantábrica. Ahí está el resultado; en plena sangría, por perder, León perdió hasta representación política en la Diputación Provincial. En plena caída libre, comarcas deshabitadas, escuelas cerradas, pueblos vacíos, negocios abandonados, menos dinero, menos negocio, menos renta. Y riadas de gentes en busca de pan y nómina hacia donde se ofrecía el futuro que aquí se negó. La cuenta atrás parece contenida. 0,6% de balance del padrón es casi un milagro en una provincia que lleva treinta años consecutivos de recesión, golpeada y sin el auxilio que se
presta en otros lugares. Y aún así, respira. Se mueve.