La llegada de foráneos sólo mitiga el descenso de efectivos, que es muy pronunciado
El crecimiento vegetativo negativo y el saldo migratorio pilotan la caída
Todas las comarcas leonesas registraron más defunciones que nacimientos
redacción
La combinación de todos los componentes demográficos que inciden en el registro del padrón conduce hacia un horizonte preocupante en la mayoría de las comarcas agrarias de la provincia, donde, en todas ellas, las defunciones superaron a los nacimientos en el periodo comprendido entre el 2000 y el 2007, ambos incluidos.
La mejor parada es Tierras de León, donde el crecimiento vegetativo fue negativo, pero de tan sólo un punto porcentual, con 2.032 muertes más respecto a los nacimientos. El Bierzo arrojó un saldo de menos el 2,6 por ciento, con un resultado de 3.749 personas menos, casi la mitad del 4,1 por ciento que se perdió en la montaña de Luna, donde la resta dejó un menoscabo de 1.376 individuos.
Peor paradas salieron otras comarcas, como Esla-Campos, Astorga o el Páramo, donde el crecimiento vegetativo negativo resultó del 5,6 por ciento, en los dos primeros casos, y del 6%, en el último.
La lista la cierran La Cabrera, Sahagún, La montaña de Riaño y La Bañeza, que mermaron el 8,1, 7,4, 6,7, y el 6,3 por ciento, respectivamente, tras la diferencia registrada entre los nacimientos y las defunciones.
Este panorama desolador tampoco lo corrige la llegada de foráneos que, aunque en algunos casos lo mitiga, no deja grandes cifras. Las únicas que ganaron población con la entrada de savia nueva fueron Tierras de León, que sumó 13.627 efectivos, muy por encima de los 829 individuos de Esla-Campos y de los 120 de La Bañeza.
Sin aliento
El resto, sin excepciones, también registró aquí un parámetro negativo, sobre todo en el caso de la montaña de Luna, donde el resultado dejó a 4.011 personas menos, frente a las 535 que perdió La Cabrera, las 1.137 de Sahagún, las 929 del Páramo y las 399 de Astorga.
Estos indicadores sitúan a estas comarcas de la provincia al borde de un precipicio cuya caída choca con la desaparición a largo plazo, si no llegan remedios que hagan de ellas zonas atractivas para asentar población.