| Tribuna política | Desde el Rubicón |
...que vienen los nuestros
Julio Cayón quiere ir con el alcalde a Seattle a toda costa, pero su partido no lo deja y él, que todavía es bien mandado, ha obedecido y se ha borrado, eso sí: con dolor de corazón
Un político laboralista le dijo al primer ministro británico: «Usted y yo somos enemigos y por eso discrepamos», a lo que el primer ministro le contestó: «No, usted y yo somos adversarios, los enemigos son los de mi partido». Esta conversación podría resumirse con el «al suelo que vienen los nuestros». ¿Un ejemplo? El PSOE de Castilla, a la sazón el de Óscar López, que aparenta tranquilidad y por dentro es un verdadero polvorín. En el seno del partido aún conviven la vieja guardia de Castilla, la misma que le ha llevado de derrota en derrota y que a la que se descuide el segoviano le tienen subido en el AVE camino de Madrid; los diputados nacionales de segunda fila, que niegan el pan y la sal a los nuevos jóvenes que comienzan a despuntar; militantes castellanos, y algún leonés, metidos a secretarios de Estado o presidente de entidades públicas que hacen méritos para fastidiar siempre en la misma dirección: el PSOE leonés, por cierto el único que tiene la fuerza de los votos y al que se los quieren quitar, a fuerza de negarle por un lado e imponerle por el otro. Bien haría López en ordenar su gallinero interno y dejar de mirar siempre en la misma dirección y mucho menos amenazando con depurar responsabilidades.