OPINIÓN | CERECEDO
De León a Mansilla
El hemiciclo de las Cortes de Castilla y León se asienta bajo un imponente cubo acristalado que es el elemento central del grandioso edificio que acoge al Parlamento autonómico. Como si hubieran querido resarcirse de las angosturas del castillo de Fuensaldaña, los procuradores no repararon en gastos para dotarse de una sede espaciosa donde las haya. Lo que no impide que la tribuna destinada al público presente una inclinación similar a la del tercer anfiteatro del Bernabeu, de suerte que el visitante contempla a sus señorías desde un plano casi cenital, o sea, y para entendernos, que, salvo al ocupante del atril de oradores, a casi todos los demás solo se les ve el cogote.
Por fortuna, de las paredes laterales cuelgan sendas pantallas de apreciable tamaño, que reproducen la señal del circuito cerrado de televisión que retransmite la sesión. Gracias a ello es posible seguir desde la andanada el debate parlamentario, sobre todo las preguntas, donde el toma y daca se intercambia desde los escaños sin pasar por el atril.
Pese a encontrarse en una especie de limbo político, Joaquín Otero tiene, en tanto que portavoz del grupo mixto, el privilegio de poder realizar en cada sesión plenaria una pregunta directa al presidente de la Junta. En esta ocasión no se devanó mucho la sesera e interpeló sobre el asunto de la financiación autonómica. En otros tiempos el ex dirigente leonesista solía realizar el ejercicio virtual de la segregación, esto es, calcular los fondos que le corresponderían a una hipotética comunidad constituida por las tres provincias del antiguo Reino de León. Pero desde que rompió con la UPL, o la UPL rompió con él, el leonesismo es un elemento ciertamente escaso en el discurso de Otero.
Al hilo del reciente ERE presentado por Antibióticos, el propio Otero preguntó también por el apoyo de la Junta a dicha empresa -"exactamente lo mismo que hizo después el socialista Alfredo Villaverde-" y, en atención a la critica situación del sector de la pizarra, abogó por la supresión o reducción de los avales exigidos para garantizar la restauración medioambiental. El consejero de Economía y Empleo, Tomás Villanueva, contestó a lo de Antibióticos con la clásica respuesta relativamente tranquilizadora con que suele despachar las preguntas sobre problemas de viabilidad industrial. Mas concreto estuvo al admitir la posible reducción de los avales pizarreros.
La que llevaba su carga era la pregunta de Inmaculada Larrauri, la secretaria segunda de la Mesa de la Cámara, puesto al que llegó de la mano de Ángel Villalba poco antes de que éste hiciera mutis por foro. Larrauri bajó del estrado al escaño para interesarse por la intención de la Junta respecto a la moción socialista aprobada en la Diputación de León solicitando de la Junta un fondo especial que complemente el destinado por el gobierno central a los ayuntamientos. Sin molestarse en argumentar demasiado la negativa a dicha petición, el Consejero de Interior, Alfonso Fernández Mañueco, aprovechó para cargar las tintas contra la dimensión propagandística de dicho fondo estatal. Fernández Mañueco, a la sazón secretario regional del PP, dijo que los 4.000 carteles de las obras a ejecutar en Castilla y León «ocuparán 48.000 metros cuadrados de superficie, lo que equivale a 5 campos de fútbol y a la distancia existente entre León capital y Mansilla de las Mulas» (sic). Además cuantificó su coste (el de los carteles) nada menos que en 9 millones de euros.
La facundia de Joaquín Otero le falta a su compañero en el limbo, Héctor Castresana, quién está muy lejos de alcanzar en el hemiciclo el nivel acreditado en las canchas. De ahí que el balonmanista se ocupe únicamente de faenas de rango menor. Ayer trató en vano de que la Junta se comprometiera a estudiar la necesidad de un nuevo hospital en León.
Casi igual de vanamente que intentó la socialista Victorina Alonso conocer por parte del mismo interlocutor -"el Consejero de Sanidad, Javier Álvarez Guisasola-" el grado de cumplimiento en los últimos años del Plan de atención sanitaria geriátrica en Castilla y León. Una primera conclusión que extraigo de mi primera incursión en una sesión del Parlamento Autonómico: Contra la virtud de preguntar suele darse el vicio de no contestar. O salirse completamente por la tangente mas interesada.