Diario de León

| Reportaje | ¿Quién cede ante las dificultades? |

Negociar en tiempos de crisis

La patronal exige despido baratos, ERE sin autorización y productividad con menos empleo. Los sindicatos se niegan a pagar los platos rotos de la crisis. El conflicto está servido

Publicado por
María Jesús Muñiz
León

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Nadie se libra. Ni empresarios ni asalariados están pasando por su mejor momento, y la salida del túnel no parece cercana. Pero ¿quién paga los platos rotos de la crisis? Cuando las cifras macroeconómicas, los grandes escándalos financieros y políticos, los sueños de grandeza que no pudieron ser, se materializan en dramas que afectan al día a día de los ciudadanos, la crisis se sirve en toda su crudeza encima de la mesa de negociación.

Lejos están entonces las cifras multimillonarias de las ayudas a sectores o entidades. Queda negociar el día a día, el aquí y ahora. Y el asunto no se presenta sencillo.

Los sindicatos recuerdan que en los últimos años, en los que las ganancias empresariales y de entidades financieras han sido astronómicas y la alegría crediticia e inversora la tónica general, la mesura en los incrementos salariales ha sido una llamada constante para mantener un crecimiento que, siendo realistas, todo el mundo sabía que no era infinito. Los trabajadores han ganado poder adquisitivo, pero en porcentaje mucho menor de los que se han incrementado los beneficios empresariales. Luego llega la hora de llamar también a la mesura a la hora de recortar en tiempos de crisis.

Los empresarios, por su parte, se sienten acosados por el miedo del consumidor, que ha desplomado su demanda; por el ansia recaudadora de las instituciones, que precisamente en este momento disparan sus tasas; por los temores de las entidades financieras, que recortan créditos cuando se necesitan precisamente para la supervivencia. Indefensos ante los grandes, se vuelven hacia quienes dependen de ellos. Exigen despido más barato, menos cuotas a la Seguridad Social e incluso la suspensión de la autorización administrativa para recortar sus plantillas según sus necesidades.

Es tiempo de realismo, reclaman: no es importante ganar más, sino conservar el empleo; no se puede reclamar derechos a mayores cuando la competitividad exige producir más por menos; si hay flexibilidad para contratar debe haberla también para despedir. Y de incrementos salariales, ni hablar.

Así se presenta la negociación colectiva de un año en el que tienen que sentarse a la mesa sectores más que duros de roer. De momento, el sector minerometalúrgico. La parte social exige importantes mejoras, porque «no se puede cargar a los trabajadores una crisis en la que no han tenido parte». Los empresarios reclaman realismo. El conflico se anuncia ya como inevitable.

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