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Publicado por
León

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Érase una vez un niño que se llamaba Rafa, que le gustaba reciclar y ver que en su barrio estaba todo recogido y limpio.

Un día, vio a dos niños que habían venido por primera vez a vivir a su barrio y les vio tirar todo tipo de basura al suelo: papeles de chocolatinas, piel del plátano, bolsas de chucherías, etcétera. Y les llamó la atención diciéndoles que en

su barrio estaba todo limpio hasta que llegaron ellos, pero ellos no le hicieron caso.

Rafa, muy enfadado construyó una máquina del tiempo y cuando acabó los llamó invitándolos a merendar. Cuando estaban en su casa los metió en la máquina del tiempo y programó la máquina para que dentro de treinta años

vieran cómo había quedado el barrio.

Lo vieron todo sucio: había latas por el suelo botellas, cajas , bolsas de patatas fritas etc. y no había ni jardines, ni pájaros y los árboles estaban enfermos de toda la contaminación que había.

Los niños, al ver cómo estaba todo, se pusieron muy tristes y con lágrimas en los ojos reconocieron que habían hecho mucho daño al barrio y le dijeron a Rafa que querían volver al presente para aprender a reciclar.

Rafa les hizo caso aunque no se lo merecían.

Al día siguiente, decidieron acercarse al ayuntamiento para apuntarse a un cursillo de limpieza y reciclaje de basuras para poder limpiar todo el barrio y que así estuviera bonito.

El cursillo era de cinco días.

El primer día les enseñaron a separar toda la basura, las botellas, el plástico en una bolsa, el papel y cartón en otra bolsa, las botellas de cristal en un contenedor para el vidrio, y los desperdicios de la comida en otra bolsa.

El segundo día estuvieron recogiendo hojas y malas hierbas.

El tercer día les ayudaron a los basureros a limpiar las calles.

El cuarto día vigilaban para que nadie tirara basura al suelo.

El quinto día como habían aprendido rápidamente, el alcalde muy orgulloso de ellos les dio un premio y los invitó a ellos y a su familia a cenar en un restaurante.

Cuando llegaron al restaurante, se sorprendieron al ver cómo todos los vecinos les felicitaban y aplaudían por todo lo que habían logrado.

Desde entonces fueron muy buenos amigos y los tres lograron que el barrio estuviera siempre limpio.

Hay que reciclar.

Manuel Reguera Lobato