Curiosidades
El peso de la Iglesia y su labor de control
Menos alegrías. La ponente recalcó el interés de la Iglesia por tratar de mantener el carácter religioso de los actos «porque si se deja a la población hacer las cosas a su verdadero gusto, al final lo que interesa es el gracejo y la diversión». El Padre Isla ya daba cuenta de estas circunstancias en sus escritos. «Fue la propia Iglesia la que eliminó en buena medida las pasiones vivientes y la sustituyó por las tallas».
Para sufrir menos. Los Viernes de Cuaresma se cantaba el Miserere y se representaba el Vía Crucis. La venta de las bulas aligeraba los rigores de las abstinencias y los párrocos elegían su predicador. «Ahora en muchos casos no es que no haya feligreses, es que no queda casi ni cura para perpetuar estas costumbres».
Uno más de la familia. En la zona rural, el entierro de Cristo se lleva a cabo como el de cualquier otro vecino de la población, en un indicio evidente de ese acercamiento entre las costumbres religiosas habituales del resto del año y las cuestiones relacionadas con la Semana Santa.
Sube la autoestima. Las raíces culturales y la identificación con los símbolos locales marcan en buena medida la celebración rural. «Deja una autoestima muy notable entre los vecinos y genera emociones de unión».
¿Y la mujer? El papel de la mujer en el entorno rural es casi nulo. Se supone que es necesaria una adaptación a los tiempos, pero de momento, es evidente que se trata de algo secundario».