Dejan de repartir velas en 1869 a las mujeres para paliar los gastos
Entre las curiosidades que rescata Ana Arias en su libro sobre la cofradía de San Antonio Abad está un episodio ocurrido en 1869, cuando decidiern que no repartir velas en las misas de entierro y en las de rogativa al santo entre las mujeres de la hermandad para paliar gastos. Aunque en un principio todo parecía indicar que la solvencia de la cofradía se recuperaría, en septiembre del mismo año su hacienda sufría otro revés y fijaron desde esta fecha que sólamente se admitían como cofrades a niños y niñas que tengan ya cumplidos los catorce años. Con esta medida se intentaba ahorrar en el reparto de pan y vino que se debía dar a cada cofrade, incluidos los niños, por el mero hecho de pertenecer a la hermandad.
Obras a 45 pesetas. Aunque la cofradía estuviera escasa de fondos, «siempre se preocupó por que el santo luciera en todo su esplendor», matiza Arias. En marzo de 1882 los abades, jueces y seises decidieron de mutuo acuerdo que la imagen del santo debía ser arreglada. Contrataron a Pedro Álvarez Pedrosa, el cual pintó y restauró la estatua por 45 pesetas. En 1819 dictaron un nuevo ordenamiento para que en las reuniones reinara la paz y la armonía. Así, quien se levantase de su sitio, hablara antes de tiempo o fundamentase alguna quimera sería castigado con dos libras de cera la primera vez, y con abandonar el recinto como señal de desvergüenza, a la segunda.
La concejala de Cultura, Milagros Gordaliza, auspicia la edición de este tipo de libros que recuperan la historia.