Un sector en busca de seguridad

Análisis | m. j. muñiz

En plena caída de la demanda energética, con las compañías eléctricas presionando al Gobierno sin comprar carbón por la retirada del incentivo al consumo de mineral nacional e inmerso siempre en torbellino de nunca acabar de los cambios de escenario y normativa, el empresariado minero no hace sino sumar problemas a la lista del debe del futuro del sector.

Ya es difícil hacer previsión en un mercado que se mueve sobre principios tambaleantes y cambiantes, máxime cuando los planes que tienen que ver con el carbón no sólo requieren multimillonarias inversiones sino que necesitan además varios años para ponerse en marcha. Pero más sinsabores causa sin duda el hecho de que que cuando frente al escenario incierto se está apostando por el futuro con fuerza, las dificultades se multipliquen incluso desde aquellas instancias llamadas a echar una mano a un sector que, sobre esto no hay dudas, es estratégico.

Las diferencias sobre los criterios que rigen las ayudas al funcionamiento debían haberse resuelto hace mucho tiempo. Pocas o muchas, las subvenciones tienen que ser claras y, sobre todo, no volverse unos años después contra las empresas que legalmente las cobran.

El problema que crea la situación actual, que vuelve a repetirse como si nada se hubiera debatido hasta ahora, no es sólo de inseguridad jurídica, con todo lo que esto supone. La Hullera Vasco Leonesa tuvo que provisionar en los resultados del 2008 casi ocho millones de euros para hacer frente a la devolución solicitada de las ayudas del 2006. Con la carga financiera que supone. Demasiadas trabas para la continuidad de un negocio necesario.