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El Luna ya no garantiza agua más de tres semanas para el riego del Páramo

Las reservas del embalse del sistema del Órbigo son similares a las de la campaña anterior, con los índices más bajos desde que la presa anegó los valles luniegos

Las colas del embalse del Luna comienzan a descubrir el fondo.

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L. urdiales | león
León

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El Luna está abocado de nuevo al paisaje lunar que se ha hecho habitual en los últimos años. La sobreexplotación del embalse a estas alturas de campaña extiende sobras sobre la situación del campo paramés, que presenta los cultivos con más lustre de la última década. La cosecha generosa que anuncian ahora las llanuras paramesas pende aún de que las reservas luniegas puedan estirarse más allá de la última semana de agosto. Esas son las fechas límite para el regadío. El embalse de cabecera del sistema Órbigo no da más de sí. «Sólo falta que apriete el calor a finales de agosto y en las primeras semanas de septiembre y que no llegue el agua para el riego; no es la primera vez que ocurre, pero en esta ocasión redoblaría los daños porque parece que los cultivos de maíz, alubia o remolacha van encaminados a dar unos rendimientos fuera de serie», reflexionan productores parameses a los que el exceso de demanda del Luna les obliga bajo una losa de estrés, campaña tras campaña, a mirar por cada gota de agua para el riego. «Este año también hemos hecho álgebra para administrar el agua», recuerdan antes del resultado que se vislumbra poco más allá de tres semanas, para cuando está previsto que la CHD ponga el punto y aparte en el calendario del riego.

La carga estival no tardó en igualar las reservas de la presa de Barrios de Luna con los números del año anterior, cuando el vaso del embalse alcanzó las cotas más pírricas que se recuerdan desde que el valle fue anegado por las aguas. El nivel de las reservas de la presa ya está por debajo del 40% de su capacidad.

Las descargas actuales de agua bordean los 35 metros cúbicos por segundo. Y la resta de reservas semanales es de veinte hectómetros cúbicos. Con este ritmo, a finales de agosto se habrá agotado cualquier margen de maniobra para que los gestores de la reserva hídrica pueda atender necesidades perentorias de los cultivos leoneses, que no serán otras que las de tener agua, por exigencia de la climatología y de la evolución de la extensión de regadío que crece en la mayor extensión agraria de la provincia leonesa. Los 120 hectómetros que guarda aún el embalse luniego distan aún en más de 16 millones de metros cúbicos de la media de reservas de la presa en la última década, otro dato más sobre la espalda de los cultivadores