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Reportaje | andrea cubillas

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Por tercer domingo consecutivo desde que se volvió a abrir el rastro de León los vendedores se quejan de la escasa afluencia de gente y de la fuerte bajada de ventas

La afluencia de gente al rastro de León ha caído en picado desde su reubicación en Clarés.

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León

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Los vendedores del rastro volvieron a llenar ayer la explanada de Clarés en una jornada en la que, aunque la situación ha mejorado respecto a los dos domingos anteriores, las ventas no aumentan. La distribución de los puestos complica que el ciudadano recorra de forma ordenada el mercadillo y las altas temperaturas obligan a muchos a quedarse en casa y no acudir a su cita dominical.

Por tercer domingo consecutivo la explanada de Clarés acogió de nuevo al rastro de León tras varios meses de parón originado por el traslado del mercadillo. Y, por tercer domingo consecutivo, los vendedores volvieron a aquejarse de las escasa afluencia de gente y las bajas ventas.

Paseando y charlando con los comerciantes todos coinciden en la gran caída de las ventas y es que, entre la crisis por la que se está atravesando y que son muchos los leoneses que están fuera de la capital, parece que los días de esplendor de este mercadillo aún tardarán en regresar. «Aún es una mala época para hacer una valoración real y es que en verano las ventas siempre sufren un gran bajón, pero la nueva ubicación también ha acusado esta caída», señalaba uno de los comerciantes.

No obstante, en relación al pasado domingo 26 de julio, cuando se volvió a estrenar el rastro, las ventas han ido en aumento, y es que aunque sea en coche, en autobús o andando, a los leoneses les gusta mantener su tradición de las mañanas dominicales.

Aunque el tiempo respetó la jornada de ayer, ya que los termómetros en ningún momento superaron los 25 grados, cuando «Lorenzo» asomaba hacía complicado seguir paseando por el rastro. Y es que en la nueva localización del rastro cuando las altas temperaturas aprietan resulta imposible estar allí, aunque ya son muchos los que se temen el frío que van a pasar los domingos de los meses de invierno.

Perdidos en el mercadillo. Con su parcela designada, 395 vendedores abrieron sus puestos ayer en la explana de Clarés. A diferencia de lo que sucedía en Papalaguinda, donde el orden y la organización estaban a la orden del día, en la nueva ubicación seguir un rumbo fijo sin perderte resulta complicado. Para muchos el nuevo rastro se ha convertido en un laberinto, lo que dificulta que los ciudadanos puedan recorrer todos y cada uno de los puestos como anteriormente. Ya lo señalaba el domingo de estreno el presidente de los vendedores, Antonio Rodicio, «el problema es que esto es un verdadero laberinto y la gente se pierde para encontrar los puestos».

A pesar de todo, fueron muchos los que se acercaron ayer hasta el rastro ya que en los alrededores del estadio de fútbol y el palacio de los deportes no entraba ni un coche más, y es que desde la reubicación del mercadillo son muchos los que optan por el coche para acercarse hasta los puestos.

Y también fueron muchos los que aprovecharon para encontrar alguna ganga y es que la gran mayoría de los que se acercaron regresaron a casa con alguna bolsa.

A la espera del cambio. La nueva situación del rastro parece no convencer a nadie aunque habrá que esperar a después de verano para comprobar si la reubicación ha sido un acierto o, por el contrario, un tremendo error.

Los vendedores por el momento están a la espera de ver lo que ocurre en los próximos meses aunque esperan que la situación de un giro de 180 grados porque cada vez más ven como sus ventas se reducen a pasos agigantados.