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León

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«Toda mi vida he ido contracorriente y es duro», reconocía ayer Julio Anguita ante un público trufado de juventud y «rojerío» de toda la vida. La alcaldesa, Eugenia Gancedo, no pestañeó. No era para menos. Anguita se despachó con que Zapatero es una especie de marxista inconsciente. Como prueba aportó la declaración presidencial de que «España saldrá de la crisis, pero seguirá destruyendo empleo». El tan denostado Marx hizo este diagnóstico de las crisis del capitalismo tal que hace 150 años. Otro que iba contracorriente. Anguita proclamó ayer que la Declaración de Derechos Humanos de 1948 se anticipó a la globalización como «solemne declaración de ciudadanía universal». Pero no triunfó, dijo, porque «es incompatible con el mercado, la competitividad y esa mentira del crecimiento sostenible». Exigir la aplicación de los derechos humanos —incluída la tercera generación, los derechos medioambientales— es ir contra la corriente porque cuestiona «el orden establecido y hace que surja una sociedad nueva». Un trabajo duro.

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