Reportaje | L. urdiales
Otra vez el cuento del lobo
Los ecologistas cuestionan las cacerías de estos animales
La Junta ya ha autorizado que cuarenta y dos lobos de los que campan a sus anchas por los montes leoneses acaben su vida salvaje a manos del rifle. Cacerías para equilibrar el entorno, en el que no cabe tanta boca que alimentar sin que se resienta la cabaña ganadera. Es el cuento secular del lobo en la provincia leonesa, del animal que fue casi mito y rey de los cuentos para amedrentar a los niños, que hoy es en algunos lugares la principal causa de pérdidas económicas del único negocio que persiste en las zonas rurales: la ganadería. Los ecologistas han puesto el grito en el cielo, al considerar desmesurada la cifra de animales que van a estar en el punto de mira. Cuarenta y dos ejemplares que serán carne de cañón, diez más de los que se fijaron el año pasado para ser eliminados en cacerías. Este aumento superior al 30% revuelve las conciencias de algún grupo conservacionista, como Ecologistas en Acción, que creen que no se debe optar por erradicar al depredador para evitar la conflictividad con la gente que tiene su medio de vida dentro del territorio en el que vive el lobo. A esta gente, precisamente, le surge una reacción opuesta a la que muestran los ecologistas: «Cómo estará la población de lobos para que la Junta permita cazar diez ejemplares más que el año pasado», advierten desde asociaciones de ganaderos que puntualizan así su postura: «Lo que no puede ser es que nos criminalicen a nosotros por sufrir al lobo; nadie en el mundo rural está en contra de esta especie. Pero si los protegen que los den de comer, que no coman a costa nuestra; y si hay daños, que indemnicen, no que nos castiguen además con inspecciones y nos hostiguen por denunciarlo». De los 42 lobos a los que se las ha puesto fecha de caducidad en León, veinte cazan en la montaña de Riaño, siete en el Luna, cuatro en Tierras de León, cinco en el Bierzo, tres en la Cabrera y uno en Astorga, Sahagún y la vega del Esla. Las medidas para el control de la especie se enmarca en el plan de conservación del lobo; la Junta sabe que cualquier decisión no dejará indiferentes a damnificados ni a los fieles defensores.