Reportaje | a. gaitero
Las Cantaderas van por barrios
Fiestas busca a las mozas para representar la liberación del tributo de las cien doncellas en la vecindad
«Cada vez es más difícil encontrar Cantaderas para representar el tributo de las cien doncellas», reconoce María José Flecha, maestra de ceremonias del antiquísimo ritual recuperado por el músico Odón Alonso en los años 60 y que se celebra el domingo antes de San Froilán frente a la imagen de la Virgen Blanca de la Catedral.
Las Cantaderas cumple su quinto año desde que los festejos de San Froilán lucen la etiqueta de fiesta de interés turístico regional. El Ayuntamiento de León, para dar más relumbrón y realismo al acto, añadió a las 21 mozas del rito moderno, un cortejo de hasta cien mujeres ataviadas con trajes medievales.
Las doncellas «figurantes» son reclutadas por la Concejalía de Fiestas entre la vecindad leonesa a través de las asociaciones y de las parroquias. En La Palomera, las vecinas fueron convocadas en esta ocasión mediante carteles pegados por el barrio.
María José Flecha recuerda que cuando hace treintantos años empezó a participar en Las Cantaderas «nos buscaban en el Orfeón Leonés y en la escuela de música... Ahora hay que recurrir a familiares, amigas porque es mala época y muchas están estudiando».
Habla de las 21 jóvenes que encabezan la procesión desde la plaza de San Marcelo -”sede consistorial-” hasta la plaza de Regla, frente a la imagen de la Virgen Blanca en la Catedral. Allí bailan una danza medieval y entonan la décima de las Cantigas de Alfonso X El Sabio.
Las ocho primeras van de azul -”el color de la nobleza-” y son las que realizan la danza ante la Virgen. Las ocho siguientes van de amarillo (cuatro) y rojo (cuatro) y su misión es llevar la ofrenda de frutos (tradicionalmente peras y ciruelas), cantan y bailan en el camino de vuelta. Otras cuatro que representan al pueblo de León, antaño vestidas con trajes regionales y ahora a la usanza medieval, completan el grupo inicial. La Sotadera, con pantalones bombachos y velo, es el personaje central. Era la mora encargada de «animar y consolar» a las jóvenes en su «triste peregrinar». Sara Semprón asume este año el papel.
Detrás irá el cortejo de mozas nobles y plebeyas, como se desprende de los trajes que llevan, que respondan a la llamada a la «participación ciudadana» de la Concejalía de Fiestas, que dirige la socialista Susana Travesí. «Afortunadamente, esto es algo que pertenece al pasado», señaló la concejala en relación con el papel que cumplen las mujeres en la leyenda.
Mañana, el ritual se reproducirá un año más en la Catedral antes del debate del foro u oferta entre la Corporación y el Cabildo catedralicio. Los atabales o timbales de ocho lados anunciarán al cortejo de mujeres que rememoran el coraje de las cien doncellas frente a la cobardía de unos reyes que las entregaban por no enfrentarse al enemigo en campo de batalla. Y, sobre todo, su liberación. O eso cuenta la leyenda.
La tradición de Las Cantaderas aparece recogida en documentos del siglo XVII que hacen referencia a su celebración antes de 1600. La Pícara Justina (1605) también relata el pago de las cien doncellas, reclutadas entre las parroquias de la ciudad de León.
la ignominia que pagaban las do al califa de Córdoba a cambio de la tregua-”siglo VIII-” por la no menos legendaria Batalla de Clavijo -”siglo IX-” y ignominioso pago en los pactos del rey Mauregato para entregar al califa de Córdoba Abd alRahman