Reportaje | andrea cubillas
Los guardianes de las ilusiones
La lectura implica la participación activa de la mente, contribuye al desarrollo de la imaginación y la creatividad y enriquece tanto la expresión oral y escrita
Resulta difícil hoy en día poder resistirse a ver el nuevo capítulo de la serie de moda o a jugar unas partidas con el último juego de la Play Station. La televisión, el teléfono o el ordenador se han convertido indispensables para la mayoría, principalmente para los más pequeños. Alrededor de ellos gira, sin duda, la diversión. Por el contrario, los libros se han convertido en sinónimo de estudio y, por tanto, de aburrimiento.
A diferencia de lo que muchos piensan, en cada libro, en cada página, en cada párrafo se esconde una gran historia que está esperando a ser descubierta. Una historia que transporta al lector por unos minutos a otra realidad. Una realidad que hace suya y la vive como el gran protagonista de la historia. La lectura es, sin duda, una de las grandes aventuras de la vida, aventura que, con el paso del tiempo, se está quedando anticuada.
Es necesario que, desde muy pequeños, todas las personas adquieran hábitos de lectura, dado que la lectura implica la participación activa de la mente, contribuye al desarrollo de la imaginación, la creatividad y enriquece tanto el vocabulario como la expresión oral y escrita. Asimismo, ayuda a comprender mejor el mundo que les rodea y a la misma persona, y facilita las relaciones con las demás personas. Por todo ello, la lectura, al igual que el aire o el alimento, debe ser un indispensable en el día a día de la persona.
Fomentar la lectura. Es necesario que, tanto en el colegio como en casa, profesores y padres a través de diferentes actividades intenten fomentar la lectura en los más pequeños.
En ambos espacios, los niños deben tener su propio espacio de lectura donde se encuentre cómodos y despierte su interés para ir allí y leer un libro. Los adultos deben trasmitir su pasión por la lectura y la mejor forma de ello es contando un cuento. No debe ser algo obligado sino que el niño debe darse cuenta que de que realmente el adulto está disfrutando del libro, por ello no debe preocuparse de parecer tonto o estar exagerando demasiado la expresión, ya que el niño mostrará el mismo interés que su lector. Asimismo, para mejorar los hábitos se puede complementar la lectura de un libro con la realización de juegos, teatros y títeres que despierten el interés por el mundo editorial.
Sin duda, otra forma que puede fomentar la lectura es que el niño se convierta en el autor de su propio libro. Resulta interesante ver como él, con sus ideas, también puede generar una historia llena de imaginación.
Y, precisamente éste, ha sido el punto de partida del equipo docente del C.R.A. de El Burgo Ranero.