Diario de León

la muerte de la libertad

Los olvidados de la memoria

Las jornadas libertarias rescatan la aportación del anarquismo a la República y la presencia de leoneses en el frente, en la guerrilla y en la actividad clandestina

Los paneles de La muerte de la libertad explican las aportaciones libertarias en el vestíbulo de Fil

Los paneles de La muerte de la libertad explican las aportaciones libertarias en el vestíbulo de Fil

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León

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El movimiento libertario o anarquista leonés dio muchas y muy destacadas personas a la Guerra Civil, la guerrilla antifranquista y la oposición clandestina al régimen franquista, aunque la figura de Buenaventura Durruti, nacido en el barrio de Santa Ana y abatido de un balazo a los pocos días de estallar la Guerra Civil, sobresale sobre todas.

El historiador Javier Rodríguez desgranó ayer en la conferencia que abrió las jornadas libertarias en la Universidad de León nombres como el Laurentino Tejerina, Jacinto Rueda y su compañera Lucía Blanco, Onofre García Tirador, Higinio Carrocera... entre el numeroso grupo de anarquistas leoneses que participaron de una forma u otra en el frente norte astur-leonés, la guerrilla organizada al finalizar la guerra y la actividad política clandestina contra la Dictadura.

«Ellos fueron quienes con más fuerza mantuvieron el halo de esperanza de que se podía acabar con la dictadura, pero la represión fue durísima y acabó con ellos», señaló el historiador.

El movimiento anarquista, añadió, «es significativo en la memoria histórica por la numerosa militancia de la CNT durante la República y por su participación en la guerrilla y en la actividad política durante la posguerra, no tanto porque la Dictadura ejerciera una forma de represión específica contra ellos».

Uno de los personajes más legendarios fue Laurentino Tejerina, delegado de Hacienda y de Abastos de la CNT durante la guerra y comandante del Batallón 206 de Asturias, más conocido como Batallón Tejerina.

Nacido en Villamartín de Don Sancho, empezó a trabajar en la mina con catorce años. Cuando hizo la mili en África ya era militante de la CNT. Al terminar la guerra, participa en organizar la guerrilla antifranquista, pero su quebrada salud le obliga a a refugiarse en Villanueva de la Jurisdicción en la trinchera cavada en la bodega de Rosina, donde vivió cuatro años. Su hijo le ingresó en el sanatorio Miranda con nombre falso y finalmente fallece el 17 de enero de 1942. Fue enterrado en la misma trinchera. Su hijo sería obligado a desenterrarle en 1945.

De Jacinto Rueda y Lucía Blanco destacó Rodríguez sus intentos por reconstruir la CNT en León en los años 40 bajo la tapadera de la gestoría Rueblan y «jugándose la vida». Al igual que la guerrilla, sus intentos fracasan. Rueda fue detenido en 1945 y torturado en la Dirrección General de la Policía de Madrid. En 1946 ingresó en el hospital San Antonio Abad, donde murió meses después por las secuelas.

La muerte de la libertad , título de la exposición abierta ayer en el vestíbulo de Filosofía y Letras, rescata la memoria histórica del que, tras recuperarse la democracia, es uno de los movimientos más olvidados.

Hoy, en el Musac, a partir de las ocho de la tarde, se rescatará la memoria de muchas de las mujeres que lo integraron y de sus principales logros: «Una mujer que no sólo tenía derechos, sino que se creía igual al hombre», señala Cristina Escrivá. Lástima que sus pasos adelante fueran, tras la guerra, «pasos agigantados hacia atrás»

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