Una finca en San Román

Un hermetismo severo rodeó al consor cio provincial de la basura en los años de constitución, a la adjudicación del servicio y gestión del CTR en San Román, al funcionamiento ordinario de la gestora de residuos sólidos urbanos de León. Aquella función de entremuros -”no tan lejana aún de aquellas tardes de asamblea de Gersul en las que se llegaba a señalar a compañeros de partido político sólo por abstenerse en la votación de subidas de tasas-” ha mutado en una guerra abierta al rebufo del camión de la basura. La empresa contra los trabajadores, los trabajadores contra la empresa, Gersul llama al orden a la empresa, parte del consorcio contra la plantilla, la plantilla en huelga, el consorcio advierte a la empresa de que el coste de personal no va a acabar en un saqueo en el bolsillo del contribuyente, la empresa se niega a negociar, el CTR pasa de lugar discreto a foco de polémica, varias cabezas pensantes del consorcio conspiran con los sindicatos para echar abajo la huelga, la basura por las calles, los servicios mínimos sin nadie que los mande ... En el consorcio provincial (formado por cuarenta entes locales, entre mancomunidades y ayuntamientos) ya no se disimula que la basura se les escapó de las manos. No ahora; antes. Con media provincia cabreada tras pagar una tasa a la que se le aplicó una subida a la sudamericana y más cabreada al ver que a la otra mitad no se le giró el mismo recibo (el agravio alcanza a la población de 78 municipios), un conflicto laboral que no se cura, Gersul y la UTE a la gresca, parece evidente que hay algo grave en el sistema.