Los cultivadores, hartos de que British Sugar no asuma los costes del almacenaje
Los que tienen contratos con la industria azucarera están observando un fenómeno común en los recibos de entrega de remolacha: el descuento es similar, si no superior, que el porcentaje de polarización. Y entre los cultivadores comienza a extenderse un runrún de malestar por la actitud de la empresa de no asumir ni costes ni pérdidas derivadas de la planificación de arranques y entregas, esencial para que siempre haya una cantidad de remolacha a las puertas de la factoría azucarera y así evitar que la actividad fabril no se resienta. El malestar se ha acelerado con el frío y las fuertes heladas, que han afectado de forma preocupante al estado de las miles de toneladas de remolacha apiladas para el cargue; el enfado se ha acentuado porque para dar satisfacción a ese interés de la industria de disponer de forma racional de las entregas hay cultivadores que han descoronado ya el producto, ahora atrapado por la nieve y campos encharcados; y el descontento crece porque la situación climatológica y el inicio del repunte de las horas de luz diarias van a dar origen al rebrote de las raíces que aún no se han extraído, con lo que la pérdida de riqueza en azúcar es evidente. Aquellas demandas incipientes de que la industria debía asumir el coste de pérdidas de riqueza en azúcar por el almacenaje pasan ahora al umbral del clamor. Y no parece dispuesto el sector primario a ser el pagano del billete de la remolacha a la azucarera.