Diario de León

Reportaje | nuria gonzález

La patata caliente

El PAL «revolvió el corral» para intentar que Rubinat no tenga voz en los plenos

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León

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El último pleno del año fue de todo menos navideño aunque se armó un buen belén. La bronca política, rayando lo personal, comenzó cuando el portavoz del PAL-UL, Francisco Javier Gómez, protestó por la intervención de Luis Herrero, al entender que no debe intervenir porque ya lo hizo el portavoz de su partido (UPL) Manuel Arias. Con el reglamento en la mano esta situación no se puede dar salvo que sea para discrepar aunque «todo es matizable», según espetó el secretario municipal. La alcaldesa explicó que cada grupo tiene diez minutos para su intervención y que la disciplina interna hace el resto.

Y Rubinat amenazó con acudir a los tribunales si se le coarta el que considera el primer derecho de un concejal. La indignación de Gómez, a quien la presidencia del plenario tiene que llamar la atención muy a menudo por sobrepasar el tiempo de oratoria establecido, acabó con un enfrentamiento con la alcaldesa que le acusó de «revolver el corral» para luego desentenderse. Ante su insistencia, la alcaldesa le llamó al orden y le avisó de que le retiraría la palabra si no se ceñía al punto del orden del día que, por cierto, en ese momento era el poco desdeñable tema del consorcio del transporte.

Cabe preguntarse porqué fue Gómez quien defendió al portavoz de la UPL, echando tierra encima de su concejal Rubinat, cuando en ese momento se pasó del murmullo de los corporativos al silencio. Sólo al finalizar el Pleno el portavoz leonesista afirmó que «no hay ningún problema en la UPL» y la portavoz del PP pidió el mismo trato para todos los ediles. Así las cosas, la alcaldesa invitó a los portavoces de los cuatro partidos políticos a que decidan en el mes de enero si permiten o no que Rubinat hable en los plenos.

Con este percal, no está de más pedir a los Reyes Magos, además de una saca llena de euros, un poco de sensatez, cordura y menos arrogancia. Y que traigan también un reloj gigante que dé una campanada de aviso a los ediles cuando se acabe su tiempo. También sirven los micrófonos que se bajan pero este regalo dejaría a más de uno a media palabra.

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